Las claves de la cumbre de Copenhague

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Acuerdo de mínimos

La canciller alemana, Angela Merkel, conversa con Obama y líderes europeos en la recta final de la cumbre.- EFE

El destino de la lucha contra el calentamiento se ha decidido en una sala cerrada de la primera planta del centro de convenciones de la Cumbre del Clima de Copenhague. Allí, Barack Obama, el chino Wen Jiabao, el brasileño Lula da Silva y el indio Manmohan Singh no sólo acordaron un acuerdo que admitieron como insuficiente.

En esa sala, con poco más de 35 personas, EE UU impuso su ley y logró el cambio de eje de las relaciones internacionales en la lucha con el cambio climático y en el sistema de Naciones Unidas, incapaz de avanzar durante dos años. Los 119 líderes reunidos en Dinamarca regresaron a casa sin foto de familia. Algo, mucho, saltó por los aires en esa sala a puerta cerrada.

Con el pacto promovido por EE UU, a la UE y al resto de países no le quedó más que ratificarlo tras una noche de debate vacío en el que sólo Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán se opusieron para ganar protagonismo.

El Acuerdo de Copenhague siempre fue cosa de dos, China y EE UU. Hasta tal punto han monopolizado los debates que en uno de los últimos borradores los países escribieron entre corchetes: «Introducir aquí la consideración de EE UU y China». Así figura en el cuarto borrador, junto al punto de cómo el acuerdo permitiría verificar las emisiones de los países emergentes, el punto al que China se opuso.

Así que Obama y Jiabao, en su segundo encuentro en el día, dieron con la fórmula: los países en desarrollo realizarán su propia «medición, declaración y verificación de sus emisiones», pero a la vez aceptan un sistema de «consultas y análisis internacionales bajo unas guías claras que asegurarán que se respeta la soberanía nacional».

Pekín vetó la palabra verificación como una opción de la ONU. Los recortes de emisiones financiados con dinero internacional -sea un parque eólico o una central hidroeléctrica- sí tendrán control internacional.

El lenguaje es enrevesado como todo en esta cumbre. Leer los tres folios del Acuerdo de Copenhague es sumergirse en conceptos aparentemente vaporosos pero que esconden detrás dos años -desde que en Bali en 2007 se acordó que en 2009 habría un tratado- de enconadas disputadas.

El texto también establece que «el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo», que «el incremento de la temperatura debería estar por debajo de dos grados» y que las emisiones habrían de tocar techo «lo antes posible». Y todo esto se conseguirá, supuestamente, con objetivos voluntarios de reducción de emisiones que los países presentarán antes de febrero de 2010.

«Científicamente el acuerdo es como una mesa de una sola pata: no se aguanta», resume un negociador. Las rebajas anunciadas, en caso de cumplirse, sólo reducirían un 18% las emisiones de los países desarrollados en 2020, lejos del rango de entre el 25% y el 40% que pidió el Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Con las ofertas voluntarias la temperatura subirá unos tres grados, según un informe de la ONU. «El acuerdo no sirve para el objetivo de los dos grados», admitió el presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfelt.

Los textos previos, incluso el acordado en la reunión G-8 del pasado verano o el pactado en Bali en 2007 eran mucho más precisos y pedían una reducción mínima de emisiones del 25%. Pero la Casa Blanca se opuso por poco realista. Europa confiaba en que, al dirigirse al mundo, Obama fuera más allá. «En reuniones informales nos habían dicho que con compensación de emisiones su bajada estaría entre el 26% y el 33%», explicó en los pasillos Josef Matthias Leinen, jefe de la delegación del Parlamento Europeo. Pero Obama, enrocado en elevar la presión a China no se movió de su postura.

En el acuerdo tampoco aparece que en 2050 las emisiones deberían situarse un 50% por debajo de las de 1990. Lo vetó China, como reveló el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Lo más claro es el compromiso de financiación para los países en desarrollo, que permitió a los africanos sumarse al acuerdo.

El resultado no satisface a nadie. Obama, en una breve declaración antes de dejar Copenhague por la puerta de atrás, dijo: «Sabemos que el avance no es suficiente y que queda mucho camino por hacer». El presidente de EE UU, sin embargo, pidió realismo: «Creo que hace falta un tratado (vinculante). Pero esta era la típica situación en la que si hubiéramos esperado a que pasara no habríamos avanzado nada» y criticó a quienes hubieran preferido «dos pasos atrás antes que un paso adelante». Obama, cuyo discurso en Copenhague, fue recibido con una inusitada frialdad por el tono mecánico y tenso de sus palabras. Se defendió de que en el acuerdo todo sea voluntario: «Kioto era legalmente vinculante y a todo el mundo le pareció poco. Es importante avanzar en vez de tener palabras en un papel».

Como no había forma de acordar nada sobre cómo pasar de los objetivos voluntarios a un acuerdo legalmente vinculante en 2010 -como querían la UE y EE UU- la opción fue dejarlo en blanco. El papel no aclara si se prorrogara Kioto, si habrá un nuevo tratado ni cuándo. Simplemente no existe ninguna mención. En busca del consenso para salvar la cara se llegó a situaciones así.

Una vez pactado entre los cinco grandes, Obama anunció que se lo comunicaría «a los europeos» y luego al grupo de 28 jefes de Estado y de Gobierno de todos los grupos que preparaban el texto político.

El sistema de trabajo es el resultado de una inteligente estartegia de EE UU. Obama, con el Nobel de la Paz por el mutilateralismo, envió una delegación de altísimo nivel a la cumbre. Desde la primera semana, el enviado especial de Obama, Todd Stern, dirigió las negociaciones, mucho antes de que llegaran los ministros europeos. Por la cumbre han pasado siete seretarios (ministros) de su Administración, desde Hillary Clinton al premio Nobel de Física y secretario de Energía, Steven Chu.

Pero a la vez, Washington ha conseguido lo que Bush no logró: sacar la negociación fuera del plenario de Naciones Unidas, donde cualquiera de los 193 países puede vetar cualquier acuerdo y eternizar las discusiones. Obama negoció a puerta cerrada, lo entregó al pleno y se fue. Los delegados seguían enzarzados en discusiones sin final y en largos discursos con barrocas formas de cortesía diplomática -«con el debido respeto a esta presidencia y sin socavar su autoridad», y frases similares cuando el avión presidencia aterrizaba en Washington.

Bush intentó crear un foro paralelo a la ONU en el que las grandes economías se pusieran de acuerdo para, de forma voluntaria, afrontar el cambio climático. Fracasó. Igual que ha ocurrido en Copenhague pero dentro de un edificio de Naciones Unidas.

«Lo ocurrido, el pacto a puerta cerrada refrendado por la ONU, tendrá enormes cnsecuencias, no solo para la Convención de Cambio Climático, sino para todo el sistema de Naciones Unidas. Vamos hacia la Organización Mundial del Comercio donde todo se decide a puerta cerrada», lamentó resignado ayer por la mañana, después de más de 24 horas sin dormir, Kim Carsten, de WWF, uno de los únicos 300 miembros de ONG autorizados a entrar los últimos días de la cumbre. «Si la UE ha eliminado la unanimidad porque no sirve para 27 países con intereses comunes, ¿cómo va a servir para la ONU?».

El problema es que el espectáculo que ofreció la ONU como alternativa fue lamentable. 183 países estaban de acuerdo y pedían apoyar el texto como la única solución posible. Pero el bloque bolivariano -Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba- y Sudán se oponían. El sudanés Lumumba Stanislaus Di-Aping llegó a afirmar que el texto «es producto de la misma ideología que llevó a los hornos crematorios a seis millones de personas en Europa», por lo que recibió reproches de decenas de Estados.

Durante 10 horas, toda la noche, decenas de países defendieron el texto, pero la ONU exige consenso y por la mañana Hugo Chávez y Evo Morales ya habían anunciado que bloquearían cualquier acuerdo porque no habían sido invitados a la reunión de 28 países y porque la ONU no funciona así. A las siete de la mañana, el ministro británico Ed Miliband, frenó en el último segundo, a base de dar golpes en la mesa para llamar la atención del presidente, que el texto quedara incluido como una simple propuesta, lo que habría impedido aplicar los fondos de ayuda a los países en desarrollo. Miliband, en una vibrante intervención advirtió de que si el acuerdo era rechazado «supondría romper la convención de Naciones Unidas», algo que planeaba en el ambiente ya que de ninguna forma lo acordado por los líderes de 183 países iba a depender de Chávez.

«Ha sido el plenario más vergonzoso al que he asistido. Si no somos capaces de ponernos de acuerdo en esto, ¿cómo vamos a alcanzar un tratado vinculante?», declaró el representante saudí.

Pasadas las 10 de la mañana, tras dos horas de parón para consultar con los servicios jurídicos, la cumbre «tomó nota» del acuerdo y el presidente golpeó con la maza a toda velocidad para que nadie pudiera protestar. La fórmula permite, según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que el acuerdo «entre en vigor inmediatamente», dijo tras observar mudo desde la presidencia 10 horas de descontrol.

La reacción de Miliband, una de las figuras clave del laborismo británico, salvó la cara de la UE. Apartada en la negociación clave, los europeos se van de Copenhague con la sensación de que les han robado la cartera, que el proceso que lideraron durante dos décadas ya no está bajo su control y que, los nuevos capitanes quieren ir en otra dirección. Barroso hizo malabarismos: «La UE lidera cuando se trata de elevar los objetivos, pero no está cuando lo que se busca es reducir la ambición». La UE se reserva su oferta de ampliar su recorte de emisiones del 20% actual al 30% hasta ver cómo evoluciona la negociación. Los delegados europeos musitaban por los pasillos las palabras «Decepción, desastre y fiasco». «Es el mundo que tenemos», lamentaban. Y, sin embargo, el pacto se salvó por el empuje de un británico, no por la representación estadounidense.

La reacción china al acuerdo también fue fría. Cuando Jiabao aceptó el pacto, uno de sus ministros comenzó a gritar en chino con gestos de desacuerdo. «La traductora no dijo qué gritaba», explica una fuente presente en el encuentro. En el plenario que después adoptó el pacto entre los cinco grandes, China no defendió ni una sola vez su aprobación frente a las críticas del bloque bolivariano. La delegación china aplaudía las declaraciones de estos países contra la forma «antidemocráctica en la que se adoptó el acuerdo», según negociadores en la sala, cerrada a la prensa por primera vez en 10 años. Fuentes de la ONU dudan de que Pekín buscara boicotear su acuerdo a través de otros países: «Probablemente lo hacían porque arremetían contra EE UU y los países ricos».

La dificultad para alcanzar un acuerdo puede parecer excesiva, pero es que las implicaciones de la lucha contra el cambio climático son inabarcables: para conseguir limitar la temperatura y estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera hace falta una revolución industrial con energía verde, dejar atrás el petróleo, actuar sobre el comercio internacional, tratar la aviación, evitar la deforestación… La española María Neira, de la Organización Mundial de la Salud, estuvo hasta el ultimo día: «Si esto sale adelante sera el principal tratado de salud pública del mundo. Los millones de muertes por contaminación en las ciudades y la mala calidad del aire interior por combustión de cocinas de mala calidad en países en desarrollo empezarán a caer».

El acuerdo incluye que el Fondo del Clima pagará a los países tropicales para que no talen sus bosques, imprescindibles para el planeta. Luz entre las sombras.

Claves del pacto

– EMISIONES.

Los países «subrayan que el cambio climático es uno de los grandes retos de nuestro tiempo» y que hay actuar para «estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que prevega una interferencia antropogénica con el clima (…) por lo que el aumento en la temperatura global debería estar por debajo de dos grados centígrados». Para ello se comprometen a «cooperar para conseguir que las emisiones nacionale stoquen techo lo antes posible». El acuerdo no incluye la concentración de CO2 necesaria -450 partes por milón- para ese objetivo, ni el año del máximo de emisiones, entre 2015 y 2020, según el IPCC, ni la necesidad de que las emisiones en 2050 sean la mitad que en 1990.

– PLANES NACIONALES.

Los países desarrollados «se comprometen a presentar objetivos de reducción de emisiones antes del 1 de febrero de 2010». «Estas reducciones y la financiación a los países en desarrollo será declaras, medidas y verificadas» por la ONU.

Los países en desarrollo podrá «implantar medidas de mitigación» de emisiones que comunicarán antes de febrero de 2010. Estas acciones serán objeto de «declaración, medida y verificación nacional» y cada dos años informarán a la ONU y habrá un sistema de «internacional de consulta y análisis bajo guías claramente definidas que aseguren que se respeta su soberanía nacional». Las acciones financiados ocn dinero internacional estarán sujetas a la supervisión normal de la ONU.

«Los países menos desarrollados y las pequeñas islas podrán realizar acciones voluntarias si recben apoyo».

Las potencias rebajan las expectativas para salvar la cara en Copenhague

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La negociación en la Cumbre del Clima de Copenhague va a menos. Los negociadores de las potencias buscan desesperadamente a puerta cerrada un acuerdo a base de rebajar sus expectativas. «He visto varios borradores y todos son malos. Aunque unos son peores que otros», ha afirmado Kim Carstens, de la organización ecologista WWF. En uno de ellos sólo aparece que las emisiones tocarán techo «cuanto antes». China se niega a que la ONU audite sus emisiones, algo que, según Barack Obama, es esencial para llegar a un acuerdo. Pero los textos se suceden. En el último conocido, figura que las emisiones en 2050 deben ser la mitad que en 1990.

Los borradores mantienen sin definir los objetivos de emisiones para los países en desarrollo y los desarrollados. La ministra española de Medio Ambiente, Elena Espinosa, ha declarado a la prensa que «las cosas se están complicando muchísimo» y que la postura china es uno de los principales escollos.

Las conversaciones siguen a puerta cerrada y, según fuentes próximas a las mismas, es probable que se prolonguen hasta mañana. Nadie quiere aparecer como el que rompió el acuerdo, y nadie cede. Así, el borrador es sólo el Acuerdo de Copenhague, aunque no especifica si será una decisión de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, lo que vincularía a EE UU y China, o sólo una declaración política, como las que periódicamente hacen el G-8 y el G-20.

Las ONG consideran decepcionante el borrador, pero los textos cambian continuamente. El citado documento sí mantiene que la temperatura no debe subir más de dos grados centígrados.

En el borrador, los países acuerdan «movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares al año en 2020» para «los países en desarrollo».

El texto condiciona el fondo a que exista transparencia y añade: «Este fondo procederá de una variedad de fuentes, incluyendo públicas y privadas, bilaterales y multilaterales, incluyendo fuentes alternativas de financiación». Esta última frase es idéntica a la que utilizó ayer la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, cuando se sumó al fondo de financiación.

Más de 200 detenidos en la Cumbre de Copenhague

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Unos 5.000 manifestantes pretenden romper el cordón de seguridad para acceder al centro de convenciones donde se reúnen los delegados gubernamentales que negocian el pacto global sobre el clima.- La policía danesa lanza gases lacrimógenos

Decenas de miembros de la organización Acción por la Justicia Climática se citan en la estación de Taarnby, antes de partir hacia el centro de convenciones que acoge la Cumbre Mundial del Clima de Copenhague.- EFE

Las protestas en Copenhague han llegado hoy hasta las cercanías del centro de conferencias donde se celebra la Cumbre del Clima. La Policía danesa ha confirmado la detención de 230 personas desde que esta mañana, sobre las 10.30, un grupo de manifestantes de Climate Justice Action intentó acceder a las instalaciones del Bella Center. «Los disturbios siguen. Tenemos la situación controlada. Los agentes no han usado gas pero sí spray y la fuerza necesaria para controlar la situación», ha asegurado un portavoz policial a EL PAÍS. Un fuerte cordón policial impide que los manifestantes puedan entrar en el recinto, que desde esta mañana está fuertemente custodiado ante la llegada de ministros y jefes de Estado. El martes por la noche la policía usó gases lacrimógenos en otro acto de esta organización en el centro de la capital danesa y detuvo a 210 personas. La inmensa mayoría de los arrestados -como los 968 del sábado- quedaron sin cargos libres a las pocas horas. La policía danesa practica detenciones preventivas gracias a un cambio legal previo a la cumbre.

Las protestas suceden cuando se produce un cambio en la dirección de la cumbre, que entra en la recta final con las negociaciones para un acuerdo en punto muerto. El primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen, sustituirá a partir de hoy, tal como estaba previsto, a la ex ministra de Medio Ambiente, Connie Hedegaard, en la presidencia de la cumbre, justo un día antes de que comiencen a llegar a Copenhague los líderes mundiales que asistirán al tramo final de las negociaciones.

Entre los manifestantes hay españoles de A Coruña, Barcelona y Madrid. «Nos detuvieron el fin de semana, pero tampoco hicimos nada», contaba un gallego que participaba en la protesta. «La Policía de aquí es una racista, a los daneses les ponen las esposas por delante y a todos los extranjeros con los brazos en la espalda, que es mucho peor», aseguraba este joven cuando acudía a la marcha.

Mientras tanto, a las puertas del centro, miembros de seguridad retenían durante cinco horas a un grupo de la organización Friends of the Earth (Amigos de la Tierra) en la entrada del centro a los que se ha retirado su acreditación. «Amigos de la Tierra han sido expulsados porque perturban el orden de Naciones Unidas», aseguró el eurodiputado y activista francés José Bové, «dicen que es por seguridad, pero los motivos son políticos, los avances son flojos y tienen miedo de que haya gente que sepa de cambio climático».

Según uno de estos miembros de Friends of the Earth, Jano González, «Yvo de Boer [el secretario ejecutivo de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático] estuvo aquí esta mañana y nos dijo que por motivos de seguridad había reducir la entrada de ONG, pero es mentira, porque hay otras organizaciones dentro y a nosotros nos han retirado la acreditación a todos». «Nosotros hemos evitado apoyar cualquier acción problemática para evitar justamente esto», se lamentaba este activista.

Los manifestantes aseguraron a primera hora de la mañana que su intención era acceder al centro de convenciones. «Atravesaremos el cordón de seguridad para organizar una asamblea popular para debatir con los delegados de la cumbre… para conseguir una solución a la cuestión del clima», según aseguró el portavoz Peter Nielsen en la televisión danesa TV2. «La policía ha intentado cerrarnos el paso durante toda la semana», añadió. «Aquí está en juego la resolución de un problema global, y no vamos a retener a la gente».

Oposición de los países pobres

Países como China, Brasil, Bolivia y Sudán, en representación de los países no alineados del G77, han retrasado hoy el inicio de las intervenciones de los líderes políticos para protestar por el nuevo borrador danés de acuerdo y que consideran que «sale de la nada». La ex ministra de Medio Ambiente danesa Connie Hedegaard ha anunciado que la presidencia danesa presentará hoy un nuevo borrador que aunará los resultados de las dos vías de negociación.

Los 192 países reunidos en Dinamarca buscan sellar un acuerdo internaconal de reducción de gases de efecto invernadero que sustituya al Protocolo de Kioto, que expira en 2012, y que determine la financiación que los países ricos destinarán a la mitigación del cambio climático en las naciones en desarrollo.

La negociación se atasca en Copenhague

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«Esto es como los deberes de los niños. Todo se resuelve a última hora», resume la presidenta de la cumbre del clima.- «No tenemos otro año para hablar. La naturaleza no negocia con nosotros», calmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un acto en el que ha estado el Príncipe Carlos de Inglaterra.

«La negociación del clima es como los deberes de los niños. Los negociadores sólo llegarán a un acuerdo el último día a última hora y si puede ser un poco más allá». Así ha resumido la presidenta de la cumbre del clima, la danesa Connie Hedegaard, la situación de parálisis en la que ha entrado el encuentro. En realidad no sólo hay parálisis, sino que, a tenor de los borradores de negociación conocidos este martes, hay retrocesos.

En teoría los técnicos deberían dedicarse a limpiar los borradores, a llegar a acuerdos en los temas menos importantes y dejar sólo los asuntos clave a los ministros. Éstos oficialmente llegan mañana aunque ya hay decenas en la cumbre -no está la española Elena Espinosa pese a ser miembro de la troika europea porque España ocupará en 2010 la presidencia de la Unión -, así que en las próximas horas debería haber textos de negociación que aclarasen las posturas.

Sin embargo, ha ocurrido todo lo contrario. El lunes los presidentes de los dos grupos de negociación -que deben recoger el sentir mayoritario de los 192 países de esta negociación- presentaron textos breves, claros y con pocos corchetes (la forma en la que quedan los asuntos pendientes). Hoy los borradores han crecido en confusión y han perdido números. Las cifras de reducción de emisiones, por ejemplo, quedan como que es un punto que «hay que reelaborar», mientras que en los borradores del lunes incluían que las emisiones de los países desarrollados deberían reducirse al menos un 25% en 2020 respecto a 1990.

El secretario de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo de Boer, ha usado un dicho en inglés: «Puedes llevar un caballo al agua pero no puedes hacer que beba. Aquí hemos traído a 192 caballos [los países de la negociación] pero no podemos hacer que beban».

«Los jefes de Estado deben tomar ahora decisiones que los negociadores han evitado durante dos años», ha opinado Oxfam.

«No tenemos otro año para hablar»

El tramo de alto nivel de la Cumbre del Clima abrió con el reconocimiento de que la negociación no avanza y con una llamada desesperada a los países para que abandonen sus líneas rojas y superen las diferencias entre ricos y pobres que bloquean la negociación. «No tenemos otro año para hablar. La naturaleza no negocia con nosotros», calmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un acto en el que ha estado el Príncipe Carlos de Inglaterra.

Ban Ki-moon ha pedido que en los próximos tres días los países flexibilicen sus posturas: «El tiempo de las posiciones de negociación maximalistas ha terminado. El tiempo del consenso ha llegado. Nadie conseguirá todo lo que quiere en esta negociación. Pero todo el mundo puede conseguir lo que necesita. Cuanto antes tengamos el acuerdo en Copenhague antes podrá ser convertido en un tratado vinculante. Mientras, el Protocolo de Kioto es el única herramienta que tenemos para reducir emisiones y debe ser mantenido hasta entonces».

La presidenta de la Cumbre y próxima comisaria europea de Cambio Climático, Connie Hedegaard, ha admitido por primera vez la posibilidad de fiasco: «Podemos fallar. No porque nadie quiera sino porque pasamos mucho tiempo mandando señales, reafirmando posturas y con formalidades. Pero no podemos permitirnos un fracaso. Nadie puede permitirse eso. Ustedes deben ser comprometerse», ha espetado a los representantes de los 193 países (Somalia fue el último en unirse a la Convención, el pasado 10 de diciembre).

El secretario de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo de Boer, ha incidido en la idea: «Ha habido progresos pero no lo suficiente pero ni siquiera cerca de presentar Copenhague como un éxito. No se trata de celebrar la victoria de una nación sobre otra, de un grupo sobre otro».

Aunque con la asistencia de más de 110 jefes de Estado y de Gobierno a la cumbre se da por seguro que habrá algún tipo de acuerdo, las potencias están tensando la cuerda y con sólo tres días más de negociación los acuerdos siguen lejos.

El Príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, ha mostrado su lado ecologista: «El futuro de la humanidad sólo se puede asegurar si vivimos como parte de la naturaleza, no aparte de ella. Tenemos sólo siete años hasta que perdamos los mandos del control del planeta. La puerta de nuestro futuro se está cerrando». Y también ha llamado al consenso: «Nuestra creciente situación precaria no se puede resolver con posiciones de ellos y nosotros. El aire que respiramos y el agua que bebemos no conoce fronteras».

La cuenta atrás del clima

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Información tomada de elpais.com

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Caos en la cumbre del clima de Copenhague

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Los países africanos, apoyado por los miembros del G77, se ausentan de la mesa de conversaciones ante la negativa de los países ricos de negociar reducciones vinculantes.

El arranque de la semana decisiva de la Cumbre del Clima de Copenhague no ha podido ser más caótico. Mientras largas colas de gente aguardan fuera para poder entrar en un centro de conferencias totalmente desbordado, dentro los países africanos, apoyados por el G77 de los países en desarrollo, han vuelto a dar un golpe en la mesa y han abandonado los grupos de negociación por la negativa de los países ricos a hablar de reducciones de emisiones obligatorias.

«África ha tirado del freno de emergencia para evitar que el tren se estrelle al final de la semana. Los países pobres quieren un resultado que garantice reducciones profundas de las emisiones mientras que los países ricos están tratando de retrasar las negociaciones sobre el único mecanismo que actualmente tenemos para lograr este objetivo: el Protocolo de Kioto», ha asegurado Jeremy Hobbs, director general de Oxfam Internacional.

Al parecer, los países africanos se han negado a continuar con las negociaciones a menos que se priorice las conversaciones sobre el segundo período de compromisos del Protocolo de Kioto. Según Hobbs, » Australia, Japón y otros habían conseguido paralizar las discusiones sobre el Protocolo de Kioto. De las dos vías de negociación abiertas en Copenhague, sólo la del Protocolo de Kioto incluye mecanismo para la obligatoriedad legal de las reducciones de emisiones por parte de los países ricos».

Evitar «la muerte de Kioto»

El presidente del grupo, el argelino Kamel Djemouai, había denunciado un intento por tratar de forma separada y mezclada elementos contenidos en las dos vías de negociación, la de Kioto y la de la Convención Marco de la ONU, según informa EFE. «Si aceptamos esta situación, firmaremos la muerte de Kioto, el único documento legalmente vinculante que existe. El próximo tratado deberá ser ratificado y hasta que entre en vigor pasarán más de los siete años que se tardaron con Kioto», dijo Djemouai en rueda de prensa.

El grupo africano ya había advertido de que no seguiría participando en las sesiones plenarias si se dejaba fuera el protocolo de Kioto y propuso que se organizaran dos plenos con consultas informales, el primero sobre Kioto y, cuando finalice éste, se podría tratar los temas restantes de la convención.

La retirada africana fue minimizada por el secretario ejecutivo de la conferencia, Yvo de Boer, quien dijo que la presidenta de la conferencia, la danesa Connie Hedegaard, había establecido contacto con los distintos grupos de trabajo durante la mañana para coordinar la agenda.

De Boer ha rechazado además que haya países que estén bloqueando las negociaciones. Y, mientras tanto, en el Bella Center siguen las colas y se anuncian más restricciones de acceso.

Más de 900 manifestantes detenidos en la cumbre de Copenhague

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Caos en la cumbre de Copenhague

Decenas de manifestantes durante su detención en la cumbre de Copenhague

Miles de manifestantes se han congregado en la plaza del Parlamento danés para reclamar a la comunidad internacional un acuerdo justo para salvar el planeta, en la cumbre sobre el cambio climático que se celebra en Copenhague. Los organizadores, apoyados por 516 organizaciones de 67 países, han elevado la cifra de participantes a 100.000, mientras que la Policía la redujo a 25.000.

La marcha, en su mayor parte festiva, se ha visto ensombrecida por los disturbios registrados por un grupo que se ha unido a la cola de la manifestación y que ha lanzado piedras y petardos contra el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Bolsa. Finalmente, la Policía danesa detuvo «preventivamente» a más de 900 personas.

Las cifras fueron confirmadas por portavoces oficiales, que señalaron lamentar los casos en los que se hubiese detenido a gente inocente. Los propios dirigentes del operativo dijeron estar «muy sorprendidos» por el elevado número de personas arrestadas.

La Policía actuó después de que se comenzaran a arrojar piedras, por lo que un oficial resultó levemente herido. Los detenidos, en su mayoría jóvenes, debieron esperar a temperaturas sumamente bajas en las calles para luego ser transportados a un galpón preparado para los masivos arrestos.

En vistas de la cumbre a celebrarse en Copenhague, el Poder Legislativo danés había decidido recrudecer las disposiciones legales en materia de derechos de manifestación. La policía puede detener a personas ante la simple sospecha de actividad criminal y retenerlas durante 12 horas.

El recorrido de la manifestación, de seis kilómetros, comenzó en la plaza del centro de congresos Bella Center, escenario hasta el próximo día 18 de la Cumbre de la ONU. Esta movilización forma parte de una jornada mundial de acciones contra el cambio climático.

Los participantes, agrupados bajo el lema ‘Cambio de sistema, no cambio climático’, lucían multitud de pancartas aludiendo a la necesidad de actuar y pidiendo justicia, además de recordar que no existe un ‘Planeta B’.

Estado de la Cumbre

Mientras, en la reunión, las negociaciones para alcanzar un acuerdo contra el cambio climático «avanzan menos de lo que deberían pero más de lo que parece», según ha informado la directora de la oficina de Cambio Climático, del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), Alicia Montalvo.

Así, explicó que durante la primera semana de la cumbre de Copenhague se ha avanzado en los temas técnicos como los textos que recogen aspectos transversales como tecnología, adaptación, forestal, capacitación, y en la «forma» que deberá tener el acuerdo que se alcance la próxima semana.

La Cumbre del Clima planea prorrogar Kioto y otro acuerdo con EE UU

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Las negociaciones en la UE y en la Cumbre de Copenhague se encaminan hacia una prórroga del protocolo de Kioto.

Las negociaciones en la UE y en la Cumbre de Copenhague se encaminan hacia una prórroga del protocolo de Kioto.- EFE

La Cumbre del Clima de Copenhague se encamina hacia dos acuerdos distintos. Uno para prorrogar el Protocolo de Kioto (en el que no está EE UU) y otro en la Convención de Naciones Unidas (en la que sí está), cuya forma no queda clara. Así figura en los dos borradores de los grupos de negociación preparados por los presidentes y conocidos este viernes por la mañana en la cumbre. Pero los borradores incluyen una prevención clásica en este tipo de negociación: «Nada está acordado hasta que todo está acordado». La negociación se lleva a cabo cuando la UE ha anunciado que asignará 2.400 millones de euros anuales a los países en vías de desarrollo para que luchen contra el cambio climático.

Los textos mantienen la cifras de recortes de emisiones entre corchetes y con varias opciones, lo que significa que siguen en discusión. Los países en desarrollo consiguen uno de sus principales objetivos, prorrogar Kioto, ya que no les obliga a ellos. La UE prefería un nuevo protocolo que unificara toda la negociación. Como ha explicado el secretario de la Convención de la ONU para el Cambio Climático, Yvo de Boer, «la inmensa mayoría de los países quería resultados en las vías de negociaicón», lo que implica prorrogar Kioto, cuyo primer periodo de cumplimiento termina a finales de 2012.

Uno de los textos, el que sí incluye a EE UU, arranca: «Los países desarrollados tendrán (el verbo es importante porque incluye la obligación y, como señala Elliot Diringer, del Pew Center for Climate Change, es el de un tratado) que tomar, individual o colectivamente, planes nacionales legalmente vinculantes» para que sus emisiones sean al menos de entre el 25 y el 40%, aunque también ofrece como posibilidad el 30%, el 40% y el 45% en 2020 respecto a 1990. Y añade que los planes de los países serán comparables y que se «tendrán en cuenta sus circunstancias nacionales y su responsabilidad histórica». Los países que firmaron Kioto -todos menos EE UU- tendrán su objetivo en el protocolo. Para EE UU el objetivo queda en la convención, fuera del tratado internacional.

Para los países en desarrollo se pide que limiten sus emisiones para que crezcan entre un 15% y un 30% menos de lo previsto con la tendencia actual, aunque esta cifra sigue entre corchetes. Las acciones de reducción de emisiones que lleven a cabo con financiación internacional serán auditadas por la ONU. Las que realicen por su cuenta las declararán ellos. China se niega a que haya un sistema transparente de declaración de emisiones porque lo considera una intromisión en su política nacional.

El borrador ofrece un rango de reducciones globales de un 50%, 85% o 95% para 2050, para que los líderes mundiales tomen una decisión al respecto la próxima semana. «Las partes deben reducir colectivamente las emisiones globales en al menos (50/85/95) por ciento sobre los niveles de 1990 para 2050 y deben asegurar que las emisiones continúen disminuyendo a partir de entonces», según el texto emitido en la reunión sobre el clima que se celebra del 7 al 18 de diciembre.

La UE está dispuesta a aceptar que se mantengan las dos vías de negociación, ya que la Casa Blanca alega que no puede firmar Kioto ni nada parecido, ya que el Senado de EE UU podría rechazarlo, como le ocurrió a Clinton con Kioto. Sin embargo, critica que los textos están desequilibrados. «Si tiene que haber dos vías tienen que confluir en un tratado legalmente vinculante», ha afirmado el negociador sueco, Anders Turesson: «Nos preocupan los textos porque no vemos cómo nos llevan al objetivo de dos grados» de aumento de temperatura respecto a la era preindustrial. «Vemos poca obligación legal ni cómo [el borrador que sí incluye a EE UU] será vinculante. En un mundo ideal tendríamos un único tratado vinculante. Deberíamos haber visto estos textos hace tiempo pero esperemos que sea posible llegar a un acuerdo», ha añadido Turesson.

Sobre qué financiación para los próximos tres años esperaban de EE UU, después del acuerdo en Bruselas, el negociador de la Comisión Europea, Artur Runge-Metzger, ha señalado que, como mínimo, la cantidad aprobada por Bruselas.

Detenidos 68 activistas

La Policía danesa ha anunciado la detención de 68 personas que han participado este viernes en manifestaciones callejeras organizadas en Copenhague para intentar alterar el desarrollo de las negociaciones y reuniones de 15 corporaciones y grupos industriales. Para este sábado, las ONG han convocado una manifestación a la que la Policía calcula que asistirán decenas de miles de personas.

El portavoz de la Policía local ha explicado que cientos de activistas recibieron por parte de estos grupos la consigna de irrumpir en las sedes de las compañías y empresas que habían marcado en un mapa de la ciudad. Los agentes de seguridad siguieron a los activistas por las calles de Copenhague. Borg ha indicado que algunos de ellos han sido detenidos por «causar molestias en la ciudad», evitando que ocurrieran disturbios de mayor trascendencia. Asimismo, ha añadido que los manifestantes no llegaron al Bella Centre, lugar donde se celebran las reuniones de los representantes de los 190 gobiernos.

EP

El borrador del Acuerdo de Copenhague

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«¿De qué sirve un acuerdo que destruye el mundo?»

Los países pobres cargan contra el borrador de Copenhague.- La ONU asegura que el borrador danés «no ha estado sobre la mesa de manera formal»

El portavoz de los países en desarrollo, el sudanés Lumumba Stanislaus Kaw Di Aping, ha arremetido contra el borrador del Acuerdo de Copenhague preparado por la presidencia danesa. «El primer ministro danés está desesperado pero no debería confundir su carrera política con un acuerdo a cualquier precio. Debe haber un punto intermedio entre la voluntad de los países ricos y los pobres», ha señalado el portavoz del G77 más China, que representa a los países en desarrollo. Éstos denuncian que el borrador está diseñado por y para los países ricos y acusan a Dinamarca de ponerse del lado de los países desarrollados en vez de buscar puntos de acuerdo entre los bloques: «Los países desarrollados tienen una responsabilidad histórica por haber dañado la atmósfera durante los últimos 200 años».

Aun así, Di Aping ha negado que se vaya a producir un boicoteo a las negociaciones como el que llevaron a cabo los países africanos en la reunión previa en Barcelona: «Esperamos que el sentido común y la sabiduría triunfen. Sabemos que entre los líderes de los países desarrollados habrá gente concienciada de este reto y que los ciudadanos de los países desarrollados preguntarán a sus líderes: ¿De qué vale un acuerdo que servirá para destruir el mundo? ¿Para qué sirve? ¿Cuáles son las implicaciones políticas y de seguridad para este siglo?».

El embajador sudanés, con su tono pausado para enfatizar las ideas, ha criticado hasta el objetivo de limitar el calentamiento a dos grados respecto a la era preindustrial: «Los dos grados centígrados es devastador para África. Déjenme que lea la siguiente frase del cuarto informe del IPCC: ‘Las cuatro regiones de África y en todas las temporadas la temperatura aumentará entre tres y cuatro grados, aproximadamente 1,5 veces la respuesta global a la temperatura. Con dos grados eliges que África tiene que aceptar una subida de 3,5 grados. Además no hay base científica para los dos grados centígrados».

El secretario de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo de Boer, ha restado importancia al borrador y ha sostenido que «es algo que no existe» y que «no ha estado sobre la mesa de manera formal». De Boer ha asegurado en una breve comparecencia ante la prensa que «un grupo de países considera que ese borrador no está equilibrado. La gente lo ve como un documento que no quiere que sea la base de la negociación».

La cumbre de Copenhague

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«Una movilización política sin precedentes contra el cambio climático»

Dinamarca reclama un «acuerdo fuerte» en la apertura de la Cumbre del Clima de Copenhague.- La ONU avisa de que «se ha acabado el tiempo de las declaraciones»

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Cumbre del clima

La Cumbre del Clima de Copenhague, convertida en un acontecimiento planetario, abrió hoy con un anuncio optimista del primer ministro danés, Lars Okke Rasmussen: «El cambio climático no conoce fronteras y nos afecta a todos. Nuestra enorme tarea sólo es comparable a nuestra determinación. Sin excepción, los líderes mundiales apoyan un acuerdo aunque tenemos diferentes perspectivas sobre el marco de ese acuerdo y supongo que nadie duda de la dificultad que afrontamos».

Rasmussen destacó que hasta el momento «110 jefes de Estado y de Gobierno han anunciado» que acudirán a la cumbre la próxima semana, cuando de verdad se tomarán las decisiones. «Su presencia refleja una movilización política sin precedentes para combatir el cambio climático. Es una oportunidad que no podemos perder. Los líderes no vienen para hablar sino para actuar, para alcanzar un acuerdo».

Aunque Rasmussen admitió que hay dificultades sobre la forma que tendrá ese acuerdo -está casi descartado que sea un tratado vinculante que sustituya a Kioto- mantuvo la presión: «Necesitamos un fuerte y ambicioso acuerdo en Copenhague. El acuerdo afectará a todos los aspectos de la sociedad, como lo hace el cambio climático».

Dinamarca ha hecho de la apuesta por las renovables uno de los motores de su economía y mantiene que de su capital debe salir el acuerdo que evite un calentamiento superior a los dos grados centígrados. El primer ministro defendió la necesidad de tener «una prosperidad baja en carbono» y explicó que «dos tercios de la comida en la cumbre es orgánica» y que han tratado de «reducir al máximo la huella ecológica de la cumbre». Y concluyó con un mensaje que cada vez se escucha más por la ciudad: «Durante las próximas dos semanas Copenhague será Copenhaguen».

Tras Rasmussen habló el presidente del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el indio Rajendra Pachauri, que en 2007 recibió el Nobel de la Paz junto a Al Gore. «El calentamiento del sistema climático es inequívoco» y «la mayoría de la temperatura observada en la segunda mitad del siglo XX es muy probablemente debida a la emisión de gases de efecto invernadero de origen antropogénico».

Pachauri trazó un panorama muy duro de lo que ocurrirá con el cambio climático: «Cada tormenta amenaza la propiedad en las pequeñas islas del Pacífico y en Bangladesh por la subida del nivel del mar. Desaparición del hielo, aumento de sequías y olas de calor, reducción de disponibilidad de agua en el Mediterráneo, subida del nivel del mar de hasta siete metros por el deshielo de Groenlandia… El cambio climático exacerbará las tensiones por el agua». Pachauri citó las experiencias de Dinamarca y Alemania en energía eólica. El indio no mencionó España, donde la eólica produce el 12% de la electricidad y las exportaciones del sector superan las del vino.

«El incidente reciente de CRU [Climatic Research Unit, la institución universitaria de la que fueron robados correos electrónicos en los que un grupo de científicos aparentemente manipulan datos para exagerar el calentamiento climático] demuestra que algunos irán incluso más allá de la ley para dañar al IPCC. Pero el IPCC y sus hallazgos se basan en mediciones de todo el mundo en tierra, océanos y hielos».

El secretario de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Yvo de Boer, abrió con una cita de un niño de seis años en el que contaba cómo un ciclón le separó de sus padres: «El mundo está aquí para evitar desastres como éste». «El reloj está a cero después de dos años de negociación». Yvo de Boer sostuvo que es el momento de llegar a un acuerdo: «El tiempo de las declaraciones ha terminado. El tiempo para reafirmar las posturas se ha acabado».

Previamente, la presidencia danesa emitió un dramático vídeo en el que una niña, tras ser arrastrada por sequías y vientos huracanados, concluye: «Por favor, ayuden a salvar el mundo».