La frontera guardada por tumbas

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El Estado de Tamaulipas ya no es la frontera entre México y Estados Unidos. Simplemente es la frontera entre la vida y la muerte. ¿Quién manda allí? Desde luego no el presidente panista Felipe Calderón ni el gobernador priista Egidio Torré Cantú, quien llegó al cargo después de que un comando aún por identificar asesinara a su hermano Rodolfo y a toda su escolta, a plena luz del día y solo unas horas antes de unas elecciones que tenía virtualmente ganadas. Pero los jefes del crimen organizado no quisieron. Son ellos y solo ellos –el cartel del Golfo, el de los Zetas— quienes deciden verdaderamente quién gana y quién pierde, quién vive y quién muere.

Cada madrugada, sus sicarios, a bordo de lujosas camionetas y manejando fusiles de alto poder, se sitúan al borde de la carretera 101 que une la capital del Estado de Tamaulipas, Ciudad Victoria, con la fronteriza Heroica Matamoros. A la altura de San Fernando –ya por méritos propios el corazón del infierno–, dan el alto a los autobuses de línea, suben a ellos, eligen a punta de pistola a unas cuantas mujeres y a unos cuantos hombres, los bajan y, allí mismo, a pie de cuneta, las violan a ellas y a ellos los golpean y se los llevan.

¿Qué hacen con ellos? De la última fosa ya han sacado a 120. Ahora, con cuentagotas, se va sabiendo lo que en esa carretera 101 ha venido sucediendo desde hace algunos meses. No porque lo hayan contado las autoridades, sino porque algunos chóferes de las líneas de autobuses y algunos supervivientes se han atrevido a hablar con los periodistas. “Mire el culatazo que me dieron”, cuenta a un periodista de El Universal una señora de Monterrey que viajaba en uno de los autobuses asaltados, “a todas las mujeres las bajaron, son unos perros desgraciados. A las chamaquitas, las señoras y señoritas ahí las desnudaban y violaban. Y a culatazos las subían a camionetas. A mí no me bajaron porque no podía caminar, por eso me pegaron”. Un chófer añade: “Esto ya venía de tiempo atrás. Nada más que uno no puede decir nada. Desde hace como mes y medio o dos meses ya nos paraban en la carretera, bajaban a la gente y se la llevaban”.

El silencio, la impunidad, la rabia de no poder hacer nada frente a 20 ó 30 sicarios perfectamente armados, perfectamente organizados, dueños absolutos del territorio. La ineficacia de las autoridades se pone aún más de manifiesto por cuanto en la zona donde están apareciendo ahora fosas repletas de cadáveres ya se produjo, el pasado mes de agosto, otro hallazgo macabro. Alertados por un superviviente, el Ejército encontró los cuerpos sin vida de 72 inmigrantes centroamericanos, asesinados junto a la tapia de una ranchería en San Fernando. ¿Por qué los mataron? ¿Quiénes fueron? Las autoridades oficiales carecen aún de respuestas y las autoridades reales no suelen conceder entrevistas.

El caso es que aquel crimen fue atribuido a Los Zetas, un cartel especialmente sanguinario formado por desertores de élite del Ejército mexicano y que, antes de establecerse por su cuenta, trabajaron a sueldo del cartel del Golfo. Eso, según la teoría de las autoridades. Lo único cierto es lo que dicen las fosas. La dramática verdad que, a golpe de azadón, va soltando la tierra

El infierno de los inmigrantes centroamericanos

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En sólo año y medio, se ha conocido la matanza de 72 indocumentados en Tamaulipas y la denuncia del secuestro de centroamericanos en Oaxaca

En los últimos 18 meses, migrantes centroamericanos que buscan cruzar México para llegar a Estado Unidos han sido víctimas de secuestros y masacres por parte de supuestos grupos del crimen organizado.

Ante la falta de respuesta contundente del Instituto Nacional de Migración (INM) y el Consejo de Seguridad, la CNDH recopiló 25 testimonios que relatan las vejaciones que sufren muchas de las 140 mil personas que intentan llegar a Estados Unidos cruzando por México en «Bienvenidos al Infierno del Secuestro», un libro escrito por el ex visitador Mauricio Farah.

En tan sólo año y medio se ha conocido la matanza de 72 indocumentados en Tamaulipas y la denuncia del secuestro de centroamericanos en Oaxaca, sin embargo no se ha resuelto el secuestro masivo de migrantes.

En el testimonio realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, migrantes centroamericanos describen el «infierno» de ser secuestrados por presuntos miembros del crimen organizado.

EL UNIVERSAL te presenta a continuación una recopilación de «Bienvenidos al infierno del Secuestro» del ex visitador de la CNDH Mauricio Farah.

Traducción del discurso sobre el Estado de la Unión, Barack Obama Enero 2011

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El residente Obama ante el Congress (AP Images)

Los presidentes de Estados Unidos pronuncian el discurso del Estado de la Unión en el Capitolio de Estados Unidos ante el Congreso, los secretarios del Gabinete, los principales funcionarios militares y los jueces del Tribunal Supremo.

Washington — Cuando el presidente Obama se dirija a los líderes del gobierno federal de Estados Unidos el 25 de enero estará cumpliendo con una obligación constitucional así como siguiendo una tradición de larga data de los presidentes estadounidenses.

La Constitución de Estados Unidos exige al presidente que informe al Congreso “ocasionalmente” sobre el “Estado de la Unión”. Este requisito constitucional ha evolucionado hasta llegar a ser el discurso anual del presidente sobre el Estado de la Unión, que ahora tiene varios propósitos: El discurso informa sobre la condición de Estados Unidos tanto a nivel nacional como internacional, recomienda una agenda legislativa para el año que comienza y ofrece al presidente la oportunidad de comunicar su visión para el país.

En su segundo discurso sobre el Estado de la Unión, se espera que Obama se centre principalmente en sus prioridades a nivel nacional, pero también describirá las metas de su administración en lo que se refiere a política exterior. El éxito en lograr sus metas dependerá en gran parte de cuán hábilmente pueda trabajar Obama con el Congreso y cuán eficazmente pueda superar la división partidista entre republicanos y demócratas, algo de lo que el presidente está plenamente consciente. En el Congreso 112, el control de la Cámara de Representantes ha pasado al partido Republicano, aunque el partido Demócrata aún tiene la mayoría de los escaños en el Senado.

Como los hizo en 2010, es probable que el presidente siga instando al cambio en el tono de la política de Estados Unidos, a un enfoque bipartidista para gobernar, y a centrarse en servir al público en lugar de hacer avanzar las ambiciones políticas.

HISTORIA DEL DISCURSO

La tradición del discurso del Estado de la Unión data de 1790 cuando George Washington, el primer presidente de Estados Unidos pronunció su “Mensaje anual” ante el Congreso en la Ciudad de Nueva York, que entonces era la capital provisional de Estados Unidos. Su sucesor, John Adams, continuó con la tradición.

Sin embargo el tercer presidente del país, Thomas Jefferson, consideraba que tales y elaborados eventos no eran adecuados para la nueva república democrática. Preparó un mensaje por escrito en lugar de comparecer en persona. La influencia de Jefferson fue tal que durante más de un siglo después de él, los presidentes posteriores entregaban mensajes anuales por escrito al Congreso.

En las primeras décadas de la república, la mayoría de estos comunicados eran listas de las propuestas de ley que el presidente deseaba que el Congreso aprobara, reflexiones sobre el tenor de los tiempos y los problemas prácticos que surgían durante el desarrollo del joven país de Estados Unidos. Los comentarios también trataban de la situación internacional y el lugar de Estados Unidos en el mundo.

Durante la crisis que, más que ninguna otra, amenazó la propia existencia de la Unión de Estados Unidos, la Guerra Civil, Abraham Lincoln escribió el que probablemente sea el más elocuente y memorable de todos los mensajes presidenciales que se hayan enviado al Congreso.

“Al liberar a los esclavos, aseguramos la libertad de los libres — igualmente honorable en lo que otorgamos y lo que preservamos”, escribió Lincoln en 1862.

En 1913, Woodrow Wilson revivió la práctica de pronunciar el mensaje anual en persona. Esta decisión se produjo en el momento adecuado pues Estados Unidos estaba en vísperas de una revolución de los medios de comunicación de masas que pronto introduciría a los presidentes en los hogares de los estadounidenses, primero por medio de la radio, y después por la televisión.

Con la elección de Franklin Delano Roosevelt en 1932, los estadounidenses se acostumbraron a escuchar a sus presidentes en la radio así como a verlos y escucharlos en los informativos de noticias que se mostraban en los cines.

En 1945, el mensaje anual se hizo conocido formalmente como el discurso del Estado de la Unión. También se convirtió en algo habitual en la televisión, así como en la radio, al haber aumentado grandemente las ventas de aparatos de televisión en la década de 1950. Al reconocer el poder de la televisión para hacer llegar las palabras del presidente a una gran audiencia, el presidente Lyndon Johnson cambió la hora del discurso de su tradicional mediodía hasta la noche, cuando más televidentes podían verlo.

La tradición de la respuesta de la oposición comenzó en 1966 cuando dos congresistas republicanos, entre los que estaba el futuro presidente Gerald Ford, pronunciaron una respuesta republicana que fue televisada luego del discurso del Estado de la Unión pronunciado por el presidente Johnson.

(Distribuido por la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://www.america.gov/esp )

DECLARACIONES DEL PRESIDENTE
EN DISCURSO SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN

Capitolio de los Estados Unidos
Washington, DC

9:12 P.M. EST

EL PRESIDENTE: Sr. Presidente de la Cámara de Representantes, miembros del Congreso, distinguidos invitados y conciudadanos:

Esta noche quiero comenzar felicitando a los hombres y mujeres del 112º Congreso, como también al nuevo presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner. (Aplausos.) Y en esta solemne ocasión, también tenemos presente el escaño vacío en esta Cámara y rezamos por la salud de nuestra colega –y nuestra amiga– Gabby Giffords. (Aplausos.)

No es ningún secreto que nosotros, los aquí presentes esta noche, hemos tenido nuestras discrepancias en los últimos dos años. Los debates han sido contenciosos; hemos luchado encarnizadamente por nuestras convicciones. Y eso es bueno. Eso es lo que exige una democracia robusta. Eso es lo que ayuda a distinguirnos como nación.

Pero existe motivo por el cual la tragedia en Tucson nos dio qué pensar. En medio del ruido, fervor y animosidad de nuestro debate público, Tucson nos recordó que independientemente de quiénes somos o de dónde venimos, cada uno de nosotros es parte de algo superior, algo de mayor trascendencia que un partido o preferencia política.

Todos somos parte de la familia estadounidense. Creemos que en un país donde se puede encontrar toda raza, religión y punto de vista, seguimos unidos como un pueblo; que compartimos esperanzas y un credo común; que los sueños de una niñita en Tucson no son diferentes a los de nuestros propios hijos, y que todos ellos merecen la oportunidad de hacerse realidad.

Eso también es lo que nos distingue como nación. (Aplausos.)

Ahora bien, de por sí este simple reconocimiento no dará inicio a una nueva era de cooperación. Lo que surja de este momento depende de nosotros. Lo que surja de este momento no lo determinará si nos podemos sentar juntos esta noche, más bien, si podemos trabajar juntos mañana.

Considero que sí podemos. Y considero que debemos hacerlo. Quienes nos enviaron aquí esperan eso de nosotros. Con su voto, han determinado que el gobierno ahora será una responsabilidad compartida entre partidos. Sólo se aprobarán nuevas leyes con el respaldo de demócratas y republicanos. Avanzaremos juntos o nos estancaremos, ya que los desafíos que enfrentamos son más importantes que un partido y más importantes que la política.

En este momento lo que está en juego no es quién ganará las próximas elecciones; al fin y al cabo, acabamos de tener elecciones. Lo que está en juego es si se originan nuevos empleos e industrias con raíces en este país o en otro lugar; si se recompensa el arduo esfuerzo y laboriosidad de nuestro pueblo; si podemos mantener el liderazgo que hizo de Estados Unidos no sólo un punto en el mapa, sino la luz en el mundo.

Estamos listos para el progreso. Dos años después de la peor recesión que la mayoría de nosotros jamás ha conocido, la bolsa se ha recuperado con fervor. Las ganancias de las corporaciones son más altas. La economía está volviendo a crecer.

Pero nunca hemos medido el progreso con tan sólo estos indicadores. Medimos el progreso conforme al éxito de nuestro pueblo; por los empleos que pueden encontrar y la calidad de vida que ofrecen dichos empleos; por las posibilidades de éxito de un pequeño empresario que sueña en convertir una buena idea en una empresa próspera; por las oportunidades de una vida mejor que les legamos a nuestros hijos.

Es en este proyecto que el pueblo estadounidense quiere que trabajemos. Juntos. (Aplausos.)

Eso hicimos en diciembre. Gracias a los recortes tributarios que aprobamos, los cheques de pago de los estadounidenses hoy en día han aumentado. Toda empresa puede deducir el costo total de nuevas inversiones que haga este año. Y estas medidas, tomadas por demócratas y republicanos, harán que la economía crezca, y se sumarán puestos de trabajo al más de 1 millón de empleos generados en el sector privado el año pasado.

Pero nos queda más por hacer. Estas medidas que hemos tomado durante los últimos dos años posiblemente hayan terminado con esta recesión, pero para ganarnos el futuro necesitamos acometer desafíos que existen desde hace varias décadas.

Muchas de las personas que están viendo esta noche probablemente puedan recordar tiempos cuando encontrar un buen empleo significaba presentarse en una fábrica cercana o un negocio en el centro. No siempre era necesaria una carrera, y la competencia se limitaba prácticamente a los vecinos. Si uno trabajaba duro, lo más probable era que tendría un trabajo el resto de su vida, con un salario decente, y buenos beneficios y un ascenso de vez en cuando. Quizá incluso tendría el orgullo de ver a sus hijos trabajar en la misma compañía.

Ese mundo ha cambiado. Y para muchos, el cambio ha sido doloroso. Lo he visto en las ventanas tapiadas de fábricas otrora prósperas y las vitrinas vacías de calles principales antes concurridas. Lo he oído en la frustración de estadounidenses que han visto la disminución de sus cheques de pago o la desaparición de sus empleos; hombres y mujeres orgullosos de su trabajo que piensan que les cambiaron las reglas a medio partido.

Están en lo correcto. Las reglas han cambiado. En una sola generación, las revoluciones tecnológicas han transformado nuestra forma de vivir, trabajar y hacer negocios. Las siderúrgicas que alguna vez necesitaban 1,000 trabajadores ahora pueden hacer el mismo trabajo con 100. Hoy en día, prácticamente toda empresa puede iniciar operaciones, contratar trabajadores y vender sus productos dondequiera que haya una conexión de Internet.

Mientras tanto, países como China e India se dieron cuenta de que con algunos cambios propios, podían competir en este nuevo mundo. Y entonces comenzaron a educar a sus niños antes y durante más tiempo, con mayor énfasis en matemáticas y ciencias. Están invirtiendo en investigación y nueva tecnología. Hace poco, China se convirtió en la sede de la mayor planta privada de investigación solar del mundo y la más rápida computadora del mundo.

Entonces, sí, el mundo ha cambiado. La competencia por empleos es real pero esto no debe desanimarnos. Debe motivarnos. Recuerden que por todos los golpes que hemos sufrido en los últimos años, todos los fatalistas pronosticaron nuestra caída, pero Estados Unidos aún tiene la mayor y más próspera economía del mundo. (Aplausos.) No hay trabajadores – no hay trabajadores más productivos que los nuestros. No hay país con más empresas exitosas ni que otorgue más patentes a inventores y empresarios. Es aquí que se encuentran las mejores universidades e instituciones de enseñanza superior del mundo, donde más estudiantes vienen a estudiar que en cualquier otro lugar del planeta.

Es más, somos el primer país que se fundó para beneficio de una idea: la idea de que cada uno de nosotros merece la oportunidad de forjar su propio destino. Por eso, durante varios siglos, pioneros e inmigrantes lo han arriesgado todo para venir aquí. Es por eso que nuestros estudiantes no simplemente memorizan ecuaciones, sino responden a preguntas como “¿Qué piensas de esa idea? ¿Qué cambios harías en el mundo? ¿A qué quieres dedicarte de adulto?”

Depende de nosotros ganarnos el futuro o no. Pero para lograrlo, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Como nos dijo Robert Kennedy, “El futuro no es un regalo. Es un logro”. Mantener vivo el Sueño Americano nunca ha sido solo cuestión de terca firmeza. Ha requerido que cada generación se sacrifique y luche y cumpla con lo que exige cada nueva era.

Y ahora nos toca a nosotros. Sabemos lo que se requiere para competir por los empleos y las industrias de nuestros tiempos. Necesitamos innovar más, educar mejor y construir más que el resto del mundo. (Aplausos.)Debemos hacer de Estados Unidos el mejor lugar del mundo para hacer negocios. Debemos asumir la responsabilidad por nuestro déficit y reformar nuestro gobierno. Es así que nuestro pueblo prosperará. Es así que ganaremos el futuro. (Aplausos.) Y esta noche me gustaría hablar sobre cómo llegar allí.

El primer paso para ganar el futuro es fomentar la innovación en Estados Unidos.

Ninguno de nosotros puede predecir con certeza cuál será la próxima gran industria ni de dónde vendrán nuevos empleos. Hace 30 años, no podríamos habernos imaginado que algo llamado el Internet llevaría a una revolución económica. Lo que sí podemos hacer –lo que Estados Unidos hace mejor que nadie– es fomentar la creatividad e imaginación de nuestra gente. Somos el país que puso autos en las calles y computadoras en las oficinas; el país de Edison y los hermanos Wright; de Google y Facebook. En Estados Unidos, la innovación no simplemente nos cambia la vida. Es con ella que nos ganamos la vida. (Aplausos.)

Nuestro sistema de libre empresa es lo que impulsa la innovación. Pero debido a que no siempre ha sido rentable para las empresas invertir en investigación básica, en el transcurso de nuestra historia, nuestro gobierno les ha proporcionado a científicos e inventores de punta el respaldo que necesitan. Eso es lo que plantó las semillas del Internet. Eso fue lo que ayudó a hacer posible cosas como chips de computadora y el sistema de posicionamiento mundial.

Solo piensen en todos los empleos bien remunerados –desde los de producción industrial hasta el sector minorista– que se han derivado de dichos avances.

Hace medio siglo, cuando los soviéticos se nos adelantaron en el espacio con el lanzamiento de un satélite llamado Sputnik, no teníamos idea de cómo llegaríamos antes que ellos a la luna. Aún ni siquiera contábamos con los conocimientos científicos necesarios. NASA existía. Pero tras invertir en mejor investigación y educación, no sólo superamos a los soviéticos, sino que iniciamos una ola de innovación que creó nuevas industrias y millones de nuevos empleos.

Este es el momento Sputnik de nuestra generación. Hace dos años, dije que debíamos alcanzar un nivel de investigación y desarrollo que no veíamos desde la cúspide de la carrera espacial. Y en unas semanas, remitiré un presupuesto al Congreso que nos ayudará a cumplir con ese objetivo. Invertiremos en investigación biomédica, informática y especialmente tecnología de energía limpia; (– aplausos –) una inversión que aumentará nuestra seguridad, protegerá al planeta y generará innumerables empleos nuevos para nuestra gente.

Ya estamos viendo las oportunidades que brinda la energía renovable. Robert y Gary Allen son hermanos que tienen una pequeña compañía de techado en Michigan. Después del 11 de septiembre, ofrecieron a sus mejores obreros para ayudar a reparar el Pentágono. Pero la recesión los afectó mucho, y su fábrica estaba operando a la mitad de su capacidad. Hoy en día, con ayuda de un préstamo del gobierno, ese espacio se está usando para fabricar tejas fotovoltaicas que se están vendiendo en todo el país. En palabras de Robert, “Nos reinventamos”.

Eso es lo que los estadounidenses han hecho durante más de 200 años: se han reinventado. Para impulsar más casos de éxito como el de los hermanos Allen, hemos comenzado a reinventar nuestra política energética. No estamos simplemente entregando dinero. Estamos lanzando un desafío. Estamos diciéndoles a los científicos e ingenieros de Estados Unidos que si constituyen equipos con los mejores cerebros en su campo, si se concentran en los problemas más difíciles de energía limpia, financiaremos los proyectos Apolo de nuestra era.

En el California Institute of Technology, están desarrollando una manera de convertir energía solar y agua en combustible para nuestros vehículos. En Oak Ridge National Laboratory, están usando supercomputadoras para que nuestras instalaciones nucleares produzcan mucho más energía. Con más investigación e incentivos, podemos acabar con nuestra dependencia del petróleo, con biocombustibles, y convertirnos en el primer país en tener un millón de vehículos eléctricos en marcha para el 2015. (Aplausos.)

Necesitamos apoyar esta innovación. Y para ayudar a pagarla, le estoy pidiendo el Congreso que elimine los miles de millones de dólares de los contribuyentes que actualmente les damos a las compañías petroleras. (Aplausos.) No sé si — no sé si se han dado cuenta, pero les está yendo muy bien solas. (Risas.) Entonces, en vez de subsidiar la energía del pasado, invirtamos en la de mañana.

Ahora bien, los avances en energía limpia sólo se convertirán en empleos de energía limpia si las empresas saben que habrá un mercado para lo que están vendiendo. Por lo tanto, esta noche los desafío a que se sumen a mí para fijar un nuevo objetivo: para el 2035, 80% de la electricidad Estados Unidos provendrá de fuentes de energía limpia. Ciertas personas quieren energía eólica y solar. Otras quieren energía nuclear, carbón no contaminante y gas natural. Para alcanzar este objetivo, necesitaremos de todos, e insto a los demócratas y republicanos a que colaboren para hacer que esto suceda. (Aplausos.)

Mantener nuestro liderazgo en investigación y tecnología es crucial para el éxito de Estados Unidos. Pero si queremos ganarnos el futuro –si queremos que la innovación produzca empleos en Estados Unidos y no en el extranjero– entonces también tenemos que ganar la carrera para educar a nuestros niños.

Pónganse a pensar. En los próximos diez años casi la mitad de todos los nuevos empleos requerirán educación superior, no solo estudios secundarios. Sin embargo, hasta un cuarto de nuestros estudiantes ni siquiera están terminando la secundaria. La calidad de nuestra enseñanza de matemáticas y ciencias es inferior a la de muchos otros países. Estados Unidos ha pasado a ser el noveno en términos de la proporción de jóvenes con un grado universitario. Entonces la pregunta es si nosotros, como ciudadanos y como padres, estamos dispuestos a hacer lo necesario para darle a cada niño la oportunidad de tener éxito.

Esa responsabilidad no comienza en nuestras aulas, sino en nuestros hogares y comunidades. Es la familia la que inculca primero en un niño el amor al aprendizaje. Sólo los padres se pueden asegurar de que la televisión esté apagada y que se hagan las tareas. Necesitamos enseñarles a nuestros niños que no solamente el ganador del Super Bowl merece su respeto, sino el ganador de la feria de ciencias; (Aplausos.)Tenemos que enseñarles que el éxito no depende de la fama ni relaciones públicas, sino de trabajo arduo y disciplina.

Nuestras escuelas comparten esta responsabilidad. Cuando un niño entra a un aula, debe ser un lugar de altas expectativas y alto rendimiento. Pero muchas de nuestras escuelas no pasan esta prueba. Es por eso que en vez de simplemente arrojarle dinero a un sistema que no está funcionando, iniciamos una competencia denominada “Carrera a la Cumbre” (“Race to the Top”). A todos los 50 estados les dijimos, “si nos muestran los planes más innovadores para mejorar la calidad de los maestros y el desempeño estudiantil, les daremos el dinero”.

Race to the Top es la reforma más significativa de nuestras escuelas públicas en una generación. Por menos de 1% de lo que gastamos en educación todos los años ha llevado a más de 40 estados a aumentar sus estándares de enseñanza y aprendizaje. Y estos estándares, a propósito, no fueron desarrollados por Washington, sino por gobernadores republicanos y demócratas en todo el país. Y Race to the Top debe ser la estrategia que sigamos este año al reemplazar el programa Para que ningún niño se quede atrás (No Child Left Behind) con una ley que es más flexible y se centra en lo mejor para nuestros niños. (Aplausos.)

¿Ven? Sabemos lo que es posible de nuestros niños cuando la reforma no es una orden que viene de arriba, sino la labor de maestros y directores, juntas escolares y comunidades locales.

Consideren una escuela como Bruce Randolph en Denver. Hace tres años, era considerada una de las peores escuelas en Colorado; estaba ubicada entre los territorios de dos pandillas rivales. Pero en mayo, 97% de los estudiantes de último año recibieron su diploma. En su mayoría, serán los primeros de sus familias en ir a la universidad. Y después del primer año de la transformación de la escuela, la directora que lo hizo posible se enjugó lágrimas cuando un estudiante dijo, “Gracias, señorita Waters, por demostrar… que somos inteligentes y podemos lograrlo”.  (Aplausos.) Eso es lo que buenas escuelas pueden lograr, y queremos buenas escuelas en todo el país.

Recordemos también que después de los padres, quien tiene mayor impacto en el éxito de un niño es el hombre o la mujer al frente de la aula. En Corea del Sur, a los maestros les llaman “forjadores de la nación”. Aquí en Estados Unidos, es hora de que tratemos a las personas que educan a nuestros niños con el mismo nivel de respeto. (Aplausos.) Queremos recompensar a los buenos maestros y dejar de inventar excusas para justificar a los malos. (Aplausos.) Y en los próximos 10 años, en los que se jubilarán de las aulas muchos miembros de la generación del Baby Boom, queremos preparar a 100,000 nuevos maestros en los campos de ciencias, y tecnología, e ingeniería y matemáticas. (Aplausos.)

De hecho, a cada joven que me escucha esta noche y que está considerando qué carrera estudiar: si quieres tener un impacto en la historia de nuestra nación, si quieres tener un impacto en la vida de un niño, hazte maestro. Tu país te necesita. (Aplausos.)

Evidentemente, la carrera educativa no termina con un diploma de secundaria. Para competir, todos los estadounidenses deben tener acceso a educación superior. (Aplausos.) Es por eso que hemos eliminado los subsidios innecesarios a los bancos con dinero de los contribuyentes y usamos lo ahorrado para hacer que los estudios universitarios estén más al alcance de millones de estudiantes. (Aplausos.) Y este año le pido al Congreso que dé un paso más y haga permanente nuestro crédito tributario por matrícula universitaria, que vale $10,000 por cuatro años de estudios. Es lo correcto. (Aplausos.)

Como la gente necesita poder capacitarse para nuevos empleos y carreras en la cambiante economía de hoy, también estamos revitalizando las universidades comunitarias de Estados Unidos. El mes pasado vi lo que ofrecen estos centros de enseñanza superior como Forsyth Tech en Carolina del Norte. Muchos de los alumnos solían trabajar en fábricas locales que han cerrado. Kathy Proctor, madre de dos hijos, trabajó en una fábrica de muebles desde que tenía 18 años. Y me contó que ahora está estudiando biotecnología, a los 55 años, no sólo porque ya no hay empleos en fábricas de muebles, sino porque quiere inspirar a sus hijos a también ir en pos de sus sueños. Como dijo Kathy: “Espero que esto les recuerde que no deben darse por vencidos”.

Si damos esos pasos, si elevamos las expectativas para todos los niños y les damos las mejores oportunidades posibles de recibir una buena educación, desde el día que nacen hasta el último trabajo que desempeñan, lograremos la meta que tracé hace dos años: que para fines de esta década, Estados Unidos tenga la más alta proporción de graduados universitarios en el mundo. (Aplausos.)

Un último punto sobre la educación. Hoy, hay cientos de miles de estudiantes sobresalientes en nuestras escuelas que no son ciudadanos estadounidenses. Algunos son hijos de trabajadores indocumentados, que no tuvieron nada que ver con los actos de sus padres. Crecieron como estadounidenses, juran fidelidad a nuestra bandera y, sin embargo, viven cada día bajo la amenaza de deportación. Otros vienen del extranjero a estudiar en nuestras instituciones superiores y universidades. Pero apenas obtienen su título, los enviamos de regreso a su país para que compitan contra nosotros. No tiene ningún sentido.

Ahora bien, estoy firmemente convencido de que debemos acometer, de una vez por todas, el asunto de la inmigración ilegal. Y estoy listo para trabajar con republicanos y demócratas para proteger nuestras fronteras, hacer cumplir nuestras leyes y tratar con los millones de trabajadores indocumentados que ahora viven en la clandestinidad. (Aplausos.) Sé que el debate será difícil. Sé que tomará tiempo, pero esta noche, acordemos hacer el esfuerzo. Y dejemos de expulsar a jóvenes responsables y de talento que pueden estar trabajando en nuestros laboratorios de investigación, o empezando nuevas empresas, que pueden contribuir aún más al enriquecimiento de esta nación.

El tercer paso para ganarnos el futuro es reconstruir Estados Unidos. Para atraer nuevas empresas a nuestras costas, necesitamos las vías más rápidas para transportar gente, productos e información, desde trenes de alta velocidad hasta Internet de alta velocidad. (Aplausos.)

Nuestra infraestructura solía ser la mejor, pero ya no somos los primeros. Las viviendas de Corea del Sur ahora tienen mejor acceso al Internet que las nuestras. Rusia y países en Europa invierten más en sus carreteras y ferrocarriles que nosotros. China construye trenes más rápidos y aeropuertos más nuevos. Mientras tanto, cuando nuestros propios ingenieros evaluaron la infraestructura de nuestra nación, nos dieron una “D”.

Tenemos que mejorar. Estados Unidos es la nación que construyó el ferrocarril transcontinental, llevó electricidad a comunidades rurales y estableció el sistema de carreteras interestatales. Los empleos generados por estos proyectos no sólo consistieron en construir vías y poner pavimento. También fueron empleos en empresas que abrieron cerca de la nueva estación del tren o la nueva vía de salida.

Así que en los dos últimos años hemos empezado a reconstruir para el siglo XXI un proyecto que ha generado miles de empleos bien remunerados en el muy afectado sector de la construcción. Y esta noche, les propongo redoblar esos esfuerzos. (Aplausos.)

Pondremos a más estadounidenses a trabajar para reparar carreteras caminos y puentes que se están desmoronando. Nos aseguraremos de que estén totalmente financiados, que atraigan inversión privada, y escogeremos proyectos en base a lo que es mejor para la economía, no los políticos.

En los próximos 25 años, nuestra meta es darles a 80% de los estadounidenses, acceso a trenes de alta velocidad. (Aplausos.) Esto les permitirá viajar en la mitad del tiempo que toma hacerlo en auto. Algunos viajes serán más rápidos que volar y sin la inspección de seguridad. (Aplausos y risas.)En estos precisos momentos, en California y la región del medio oeste del país ya hay rutas bajo construcción.

En los próximos cinco años, haremos posible que las empresas hagan llegar la siguiente generación de tecnología inalámbrica de alta velocidad a 98% de los estadounidenses. Esto no se trata solamente – (aplausos) – esto no se trata solamente de Internet más rápido o menos llamadas interrumpidas. Se trata de conectar todos los rincones de Estados Unidos a la era digital. Significa que desde una comunidad rural en Iowa o Alabama, los trabajadores y pequeños empresarios podrán vender sus productos en todo el mundo. Significa que un bombero podrá descargar los planos de un edificio en llamas a un dispositivo portátil, que un alumno podrá tomar clases con un texto digital, que un paciente podrá conversar cara a cara por video con su médico.

Todas estas inversiones, en innovación, educación e infraestructura, harán que Estados Unidos sea un lugar mejor para hacer negocios y generar empleo. Pero para contribuir a la competitividad de nuestras empresas, también debemos eliminar barreras que se interponen en su camino al éxito.

Por ejemplo, durante muchos años, un ejército de cabilderos ha hecho que el código tributario favorezca a ciertas compañías e industrias. Si tienen contadores o abogados que manipulan el sistema, pueden terminar sin pagar ningún impuesto. Pero el resto se ve afectado por una de las más altas tasas tributarias para empresas del mundo. Esto no tiene sentido y debe cambiar. (Aplausos.)

Así que, esta noche, les pido a los demócratas y republicanos que simplifiquen el sistema. Eliminen las brechas legales. Establezcan condiciones equitativas. Y utilicen los ahorros para reducir la tasa tributaria de las empresas por primera vez en 25 años, sin aumentar nuestro déficit.

Para ayudar a las empresas a vender más productos en el extranjero, nos hemos puesto la meta de aumentar al doble nuestras exportaciones para el 2014, porque cuanto más exportemos, más empleos creamos en el país. Nuestras exportaciones ya se han incrementado. Recientemente firmamos acuerdos con India y China que respaldarán más de 250,000 empleos aquí en Estados Unidos.  Y el mes pasado, finalizamos un acuerdo comercial con Corea del Sur que apoyará por lo menos 70,000 empleos en Estados Unidos. Este acuerdo cuenta con el respaldo sin precedente del sector empresarial y laboral; demócratas y republicanos, e insto a este Congreso a que lo pruebe lo antes posible. (Aplausos.)

Ahora antes de asumir el mando, dejé en claro que íbamos a verificar el cumplimiento de nuestros acuerdos comerciales y que sólo suscribiría pactos que beneficiarán a los trabajadores estadounidenses y promovieran empleos en Estados Unidos. Eso fue lo que hicimos con Corea y eso es lo que pretendo hacer al procurar acuerdos con Panamá y Colombia, y continuar nuestras conversaciones comerciales con la región del pacífico de Asia y en el mundo. (Aplausos.)

Para reducir las barreras al crecimiento y la inversión he ordenado un análisis de las normas gubernamentales. Cuando encontremos normas que ponen cargas innecesarias en las empresas, las arreglaremos. (Aplausos.) Pero no dudaré en crear o velar por el cumplimiento de sensatas medidas de protección para proteger al pueblo estadounidense. (Aplausos.) Eso es lo que hemos hecho en este país durante más de un siglo. Es por ello que podemos comer nuestros alimentos o beber el agua o respirar el aire sin riesgo. Es por eso que tenemos límites de velocidad y leyes sobre el trabajo de menores. Es por eso que el año pasado pusimos en práctica medidas de protección al consumidor contra las cuotas y sanciones escondidas de las compañías de tarjetas de crédito y nuevas normas para evitar otra crisis financiera. (Aplausos.) Y es por eso que aprobamos la reforma que finalmente impide que el sector de seguros explote a los pacientes. (Aplausos.)

Ahora bien, oí rumores de que algunos de ustedes aún tienen algunos problemas con nuestra nueva ley de cuidado de salud. (Risas.) Por lo tanto, permítanme ser el primero en decir que es posible mejorarlo todo. Si tienen ideas sobre maneras de perfeccionar esta ley y hacer la atención mejor o más económica, estoy deseoso de trabajar con ustedes. Podemos comenzar ahora mismo por corregir una falla en esta ley que ha impuesto una carga innecesaria de contabilidad en las pequeñas empresas. (Aplausos.)

Lo que no estoy dispuesto a hacer – lo que no estoy dispuesto a hacer es regresar a los días en que las aseguradoras podían negarle cobertura a alguien debido a una enfermedad preexistente. (Aplausos.)

No estoy dispuesto a decirle a James Howard, paciente de Texas con cáncer al cerebro, que es posible que no se cubra su tratamiento. No estoy dispuesto decirle a Jim Houser, dueño de una pequeña empresa en Oregon, que tiene que volver a pagar $5,000 más para ofrecerles cobertura a sus empleados. En este momento, esta ley está reduciendo el precio de los medicamentos recetados de las personas mayores y dándoles a los estudiantes sin seguro la oportunidad de permanecer en la póliza de sus padres.

Entonces le digo a esta cámara esta noche, en vez de volver a librar las batallas de los dos últimos años, arreglemos lo que necesita arreglarse y sigamos adelante.(Aplausos.)

Ahora bien, el paso final y crucial, para ganarnos el futuro es asegurarnos de no agobiarnos con una montaña de deudas.

Vivimos con un legado de gasto en déficit que se inició hace casi una década. Y tras la crisis financiera, algo de eso fue necesario para continuar el flujo de crédito, preservar empleos y poner dinero en el bolsillo de la gente.

Pero ahora que lo peor de la recesión ha concluido, debemos enfrentar el hecho de que nuestro gobierno gasta más de lo que recauda. Eso no es sostenible. Todos los días las familias se sacrifican para vivir con lo que ganan. Merecen un gobierno que haga lo mismo.

Por lo tanto, esta noche estoy proponiendo que a partir de este año congelemos el gasto nacional anual durante los próximos cinco años. (Aplausos.) Ahora, esto reduciría el déficit en más de $400,000 millones en la próxima década y reducirá el gasto discrecional al más bajo porcentaje de nuestra economía desde que Dwight Eisenhower era presidente.

Para este congelamiento se requerirán recortes difíciles. Ya hemos congelado los salarios de los esmerados empleados federales durante los próximos dos años. He propuesto recortes en ámbitos muy importantes para mí, como programas de acción comunitaria. El secretario de Defensa también ha aceptado recortar decenas de miles de millones de dólares en gastos de los que él y sus generales consideran pueden prescindir. (Aplausos.)

Reconozco que algunos en esta Cámara ya han propuesto recortes más profundos y estoy dispuesto a eliminar cualquier cosa de la que realmente podemos prescindir. Pero asegurémonos de no hacerlo a costa de nuestros ciudadanos más vulnerables. (Aplausos.) Y asegurémonos de que lo que recortemos sea realmente lo excesivo. Reducir el déficit aniquilando nuestras inversiones e innovación y educación es como aliviar la carga de un avión arrojando el motor. Al comienzo quizás los haga sentir que seguimos volando, pero no tardarán en sentir el impacto. (Risas.)

Ahora, la mayoría de los recortes y ahorros que he propuesto sólo tienen que ver con el gasto nacional anual, que representa poco más de 12% de nuestro presupuesto. Para alcanzar más logros, es necesario que dejemos de aparentar que recortar este tipo de gasto, por sí solo, será suficiente. No es así.  (Aplausos.)

La Comisión Fiscal bipartidista que constituí el año pasado dejó esto muy en claro. No estoy de acuerdo con todas sus propuestas, pero alcanzaron verdaderos logros. Y su conclusión es que la única manera de enfrentar nuestro déficit es recortar gastos excesivos donde quiera que los encontremos: en gastos nacionales, gastos de defensa, gastos de cuidado de salud y menores ingresos por recortes y lagunas tributarias. (Aplausos.)

Esto significa reducir más el costo del cuidado de salud, incluyendo programas como Medicare y Medicaid, que son los que más contribuyen a nuestro déficit a largo plazo. La reforma del seguro médico que aprobamos el año pasado hará que estos costos no aumenten tan rápido, que es parte del motivo por el cual economistas independientes han dicho que la derogación de la ley de cuidado de salud agregaría un cuarto de billón de dólares a nuestro déficit. De todos modos, estoy dispuesto a considerar otras ideas para reducir los costos, incluida una que los republicanos sugirieron el año pasado: la reforma de la responsabilidad médica para disminuir las demandas frívolas. (Aplausos.)

Para hacer que pisemos tierra firme, también debemos encontrar una solución bipartidista a fin de darle mayor solidez al Seguro Social para beneficio de generaciones futuras. (Aplausos.) Debemos hacerlo sin poner en peligro a los jubilados actuales, los más vulnerables o las personas con discapacidades; sin recortar los beneficios de generaciones futuras, y sin someter ingresos garantizados para la jubilación de los estadounidenses a los caprichos de la bolsa. (Aplausos.)

Y si realmente nos importa nuestro déficit, simplemente no podemos darnos el lujo de una extensión permanente de recortes tributarios para el 2% más acaudalado de los estadounidenses. Antes de quitarles dinero a nuestras escuelas o becas a los estudiantes, debemos exigir que los millonarios renuncien a su recorte tributario.

No es cuestión de castigarlos por su éxito. Es cuestión de promover el éxito de Estados Unidos.

De hecho, lo mejor que podríamos hacer con respecto a impuestos para beneficio de todos los estadounidenses es simplificar el código tributario individual. (Aplausos.) Será una tarea ardua, pero miembros de ambos partidos han expresado interés en hacerlo, y estoy dispuesto a sumarme a ellos. (Aplausos.)

Entonces, este es el momento de actuar. Este es el momento de que ambos lados y ambas cámaras del Congreso –demócratas y republicanos– lleguen a un acuerdo basado en los principios que logra el cometido. Si tomamos ahora las decisiones difíciles para disminuir nuestro déficit, podemos hacer las inversiones que necesitamos para ganarnos el futuro.

Permítanme adelantarme un paso más. No debemos simplemente darle a nuestro pueblo un gobierno con menores gastos. Debemos darle un gobierno que es más competente y eficiente. No podemos ganarnos el futuro con un gobierno del pasado. (Aplausos.)

Vivimos y hacemos negocios en la era de la información, pero la última gran reorganización del gobierno tuvo lugar en la era de la televisión en blanco y negro. Existen 12 agencias diferentes dedicadas a las exportaciones. Hay por lo menos cinco agencias diferentes dedicadas a la política de vivienda. Luego está mi ejemplo favorito: el Departamento del Interior está a cargo del salmón mientras está en agua dulce, pero el Departamento de Comercio se encarga de ellos cuando están en agua salada. (Risas.) Y tengo entendido que la cosa se complica incluso más cuando están ahumados. (Risas y aplausos.)

Ahora bien, hemos alcanzado grandes logros durante los últimos años en el uso de tecnología y la eliminación de despilfarro. Los veteranos ahora pueden descargar historias médicas electrónicas con apenas pulsar el ratón. Estamos vendiendo acres de oficinas federales que no se han usado en muchos años y disminuiremos la burocracia para salir de más. Pero es necesario que avancemos más. En los próximos meses, mi gobierno formulará una propuesta para combinar, consolidar y reorganizar al gobierno federal de la manera más conveniente para lograr el objetivo de un Estados Unidos más competitivo. Someteré esa propuesta a consideración del Congreso, y presionaremos para que se apruebe. (Aplausos.)

Este año, también trabajaremos arduamente para hacer que el público vuelva a tener fe en la institución del gobierno. Ya que ustedes merecen saber exactamente cómo y dónde se gasta el dinero de los contribuyentes, podrán ir a un sitio de Internet y obtener esa información por primera vez en la historia. Ya que ustedes merecen saber cuándo sus funcionarios públicos se reúnen con cabilderos, le pediré al Congreso que haga lo que la Casa Blanca ya ha hecho: sacar esa información en Internet. Y debido a que el pueblo estadounidense merece saber que los intereses especiales no nos están llenando propuestas con proyectos favoritos, ambos partidos del Congreso deben saber lo siguiente: si llega a mi despacho una propuesta con asignaciones para proyectos particulares, la vetaré. La vetaré. (Aplausos.)

Un gobierno del siglo XXI abierto y competente; un gobierno que no gasta por encima de sus ingresos; una economía impulsada por nuevas actitudes e ideas nuevas… Nuestro éxito en este mundo nuevo y cambiante requerirá de reforma, responsabilidad e innovación. También requerirá que tratemos a ese mundo con un nuevo nivel de participación en nuestra política exterior.

Así como los empleos y las empresas ahora pueden cruzar fronteras en un instante, también lo pueden hacer nuevas amenazas y nuevos desafíos. No existe muro que separe al oriente del occidente; no hay una superpotencia rival alineada contra nosotros.

Entonces, debemos vencer a enemigos decididos dondequiera que estén y forjar coaliciones que crucen límites de región, raza y religión. Y el ejemplo moral de Estados Unidos debe brillar siempre para todos aquellos que anhelan la libertad, y la justicia y dignidad. Ya que hemos iniciado esta labor, esta noche podemos decir que el liderazgo de Estados Unidos se ha renovado y que la posición de Estados Unidos se ha restaurado.

Consideren Irak, de donde casi 100,000 de nuestros valientes hombres y mujeres han salido con la frente en alto. (Aplausos.) Las patrullas de combate de Estados Unidos han concluido; la violencia ha disminuido, y se ha constituido un nuevo gobierno. Este año, nuestros civiles forjarán una alianza perdurable con el pueblo iraquí, mientras concluimos la labor de movilizar a nuestras tropas fuera de Irak. Estados Unidos ha cumplido con su compromiso: la guerra en Irak está llegando a su fin. (Aplausos.)

Por supuesto que, mientras hablamos, Al Qaida sus afiliados continúan planeando ataques contra nosotros. Gracias a nuestros profesionales de inteligencia y de la ley, estamos interrumpiendo complots y resguardando nuestras ciudades y espacio aéreo. Y mientras los extremistas tratan de inspirar actos de violencia dentro de nuestras fronteras, estamos respondiendo con la fuerza de nuestras comunidades, con el respeto al imperio de la ley y con la convicción de que los musulmanes estadounidenses son parte de nuestra familia estadounidense. (Aplausos.)

También hemos llevado al extranjero la lucha contra Al Qaida y sus aliados. En Afganistán, nuestras tropas han tomado control de baluartes del Talibán y entrenado a las Fuerzas de Seguridad de Afganistán. Nuestro propósito es claro: al impedir que el Talibán recupere el control del pueblo afgano, le negaremos a Al Qaida el refugio que sirvió de plataforma de lanzamiento para el 11 de septiembre.

Gracias a nuestros heroicos soldados y civiles, menos afganos están bajo control de los insurgentes. Hay una lucha difícil por delante, y el gobierno afgano deberá gobernar mejor. Pero estamos aumentando la capacidad del pueblo afgano y forjando una alianza perdurable con ellos. Este año trabajaremos con casi 50 países para iniciar una transición al liderazgo afgano. Y en julio, comenzaremos a traer a nuestros soldados a casa. (Aplausos.)

En Pakistán, los líderes de Al Qaida están bajo más presión que nunca antes desde el 2001. Sus líderes y agentes están siendo eliminados en el campo de batalla. Sus refugios se están encogiendo. Y hemos enviado un mensaje desde la frontera de Afganistán hasta la Península Arábiga y todas las regiones del mundo: no cejaremos, no titubearemos y los venceremos. (Aplausos.)

El liderazgo de Estados Unidos también se puede ver en el esfuerzo por almacenar en lugares seguros las peores armas de guerra. Gracias a la aprobación por republicanos y demócratas del Nuevo Tratado START, se emplazarán mucho menos armas y lanzadores nucleares. Debido a que unimos al mundo, se están resguardando materiales en todos los continentes para que nunca caigan en manos de terroristas. (Aplausos.)

Debido a un esfuerzo diplomático para insistir en que Irán cumpla con sus obligaciones, el gobierno de Irán ahora enfrenta sanciones más duras, sanciones más estrictas que nunca antes. Y en la Península de Corea, respaldamos a nuestro aliado Corea del Sur e insistimos en que Corea del Norte cumpla con su compromiso de abandonar las armas nucleares. (Aplausos.)

Estas son apenas algunas de las formas en las que estamos forjando un mundo que favorece la paz y prosperidad. Con nuestros aliados en Europa, revitalizamos la OTAN y aumentamos nuestra cooperación en todo, desde antiterrorismo hasta defensa antimisiles. Hemos restablecido nuestras relaciones con Rusia, reforzado nuestras alianzas en Asia y forjado nuevas sociedades con países como India.

En marzo, viajaré a Brasil, Chile y El Salvador para forjar nuevas alianzas en todo el continente americano. Alrededor del mundo, estamos apoyando a quienes asumen responsabilidad, ayudando a agricultores a cultivar más alimentos; apoyando a médicos para que cuiden a los enfermos, y combatiendo la corrupción que puede hacer que una sociedad decaiga y le quite oportunidades a la gente.

Eventos recientes nos han demostrado que lo que nos distingue no debe ser solamente nuestro poderío; debe ser el propósito detrás de él. En el sur de Sudán, con nuestra ayuda, la gente finalmente pudo votar a favor de la independencia tras años de guerra. (Aplausos.) Miles se pararon en fila antes del amanecer. La gente bailó en las calles. Un hombre que había perdido a cuatro hermanos en la guerra resumió lo que veía alrededor así: “Este fue un campo de batalla durante gran parte de mi vida,” dijo. “Ahora queremos ser libres”. (Aplausos.)

Y vimos ese mismo anhelo por ser libres en Túnez, donde la voluntad del pueblo resultó ser más poderosa que las órdenes de un dictador. Y esta noche, seamos claros: Estados Unidos de Norteamérica está de lado del pueblo de Túnez y apoya las aspiraciones democráticas de todos los pueblos. (Aplausos.)

Nunca debemos olvidar que aquello por lo que nos hemos esforzado y luchado radica en el corazón de gente en todas partes. Y siempre debemos recordar que los estadounidenses que han asumido mayor responsabilidad por esta lucha son los hombres y mujeres al servicio de nuestro país.  (Aplausos.)

Esta noche, pronunciémonos al unísono reafirmando que nuestra nación está unida en su respaldo de nuestros soldados y sus familias. Cumplamos con ellos así como ellos han cumplido con nosotros: al darles el equipo que necesitan; al proporcionarles la atención y los beneficios que se han ganado, y al reclutar a nuestros veteranos en la gran tarea de construir nuestra propia nación.

Nuestros soldados provienen de todos los rincones de este país. Son negros, blancos, latinos, asiáticos, indígenas americanos. Son cristianos e hindúes, judíos y musulmanes. Y sí, sabemos que algunos de ellos son homosexuales. A partir de este año, no se prohibirá que ningún estadounidense sirva al país que ama debido a quién ama. (Aplausos.) Y con ese cambio, insto a todos nuestros recintos universitarios a que abran sus puertas a nuestros reclutadores militares y al ROTC. Es hora de dejar atrás las batallas polarizadoras del pasado. Es hora de avanzar como una sola nación. (Aplausos.)

No debemos engañarnos sobre el trabajo por delante: reformar nuestras escuelas; cambiar la manera que usamos la energía, reducir nuestro déficit. Nada de esto será fácil. Todo ello tomará tiempo. Y será más difícil porque discutiremos sobre todo: el precio, los detalles, la letra de cada ley.

Por supuesto que algunos países no tienen este problema. Si el gobierno central quiere un ferrocarril, construye un ferrocarril, independientemente de cuántas viviendas debe demoler. Si no quiere un artículo negativo en los diarios, no se escribe.

Pero por más contenciosa y frustrante y desagradable que a veces puede ser nuestra democracia, sé que no hay una sola persona aquí que la cambiaría por otro país del mundo. (Aplausos.)

Discrepamos sobre política, pero todos nosotros creemos en los derechos consagrados en nuestra Constitución. Por más que tengamos opiniones divergentes, creemos en la misma promesa que dice que este es un lugar donde uno puede ser exitoso si se esfuerza. Por más que tengamos diferentes orígenes, creemos en el mismo sueño que dice que este es un país donde cualquier cosa es posible, independientemente de quién es, independientemente de dónde viene.

Es por ese sueño que me paro ante ustedes esta noche. Es por ese sueño que un muchacho de la clase obrera de Scranton puede sentarse detrás de mí. (Risas y aplausos.) Es por ese sueño que alguien que comenzó barriendo el piso del bar de su padre en Cincinnati puede ser presidente de la Cámara de Representantes en el más grandioso país del mundo. (Aplausos.)

Ese sueño, ese Sueño Americano, es lo que llevó a los hermanos Allen a reinventar su compañía de techado para una nueva era. Es lo que inspiró a aquellos estudiantes en Forsyth Tech a obtener nuevos conocimientos y trabajar por un futuro. Y ese sueño es el caso de un pequeño empresario llamado Brandon Fisher.

Brandon comenzó una empresa en Berlin, Pensilvania que se especializa en un nuevo tipo de tecnología de perforación. Y un día el verano pasado, vio la noticia de que al otro lado del mundo, 33 hombres estaban atrapados en una mina de Chile y nadie sabía cómo salvarlos.

Pero Brandon pensó que su compañía podía ayudar. Y entonces, formuló un rescate que llegaría a conocerse como el Plan B. Sus empleados trabajaron día y noche para fabricar el equipo necesario de perforación. Y Brandon partió para Chile.

Junto con otros, comenzó a perforar en el suelo un hoyo de 2,000 pies, trabajando tres o cuatro horas – tres o cuatro días a la vez sin dormir. Treinta y siete días más tarde, el Plan B tuvo éxito, y se rescató a los mineros. (Aplausos.) Pero debido a que no quería toda esa atención, Brandon no estuvo allí cuando los mineros salieron a la superficie. Ya había regresado a casa, a trabajar en su próximo proyecto.

Y más adelante uno de sus empleados dijo sobre el rescate, “Probamos que Center Rock es una empresa pequeña pero hacemos grandes cosas”.  (Aplausos.)

Hacemos grandes cosas.

Desde los primeros días de nuestra fundación, Estados Unidos es un país de gente promedio que se atreve a soñar. Es así que nos ganamos el futuro.

Somos una nación que dice, “Quizá no tenga mucho dinero, pero tengo esta gran idea para una nueva compañía. Quizá no venga de una familia de graduados universitarios, pero seré el primero en obtener mi grado. Quizá no conozca a esas personas en apuros, pero pienso que puedo ayudarlas y necesito tratar. No estoy seguro de cómo llegar a ese lugar más allá del horizonte, pero sé que llegaremos allí. Sé que lo haremos”.

Hacemos grandes cosas. (Aplausos.)

La idea de Estados Unidos perdura. Nuestro destino sigue siendo lo que decidamos que sea. Y esta noche, más de dos siglos más tarde, es gracias a nuestra gente que nuestro futuro está lleno de esperanza, nuestra travesía continúa y el estado de nuestra nación es sólido.

Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de Norteamérica. (Aplausos.)

FIN  10:13 P.M. EST

(termina el texto)

Obama dice que EEUU está polarizado y necesita sanar

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CONGRESISTA HERIDA-OBAMA

En busca de unificar a una nación conmocionada y dolida, el presidente Barack Obama exhortó el miércoles por la noche a los estadounidenses a no utilizar la matanza del sábado en Arizona como una ocasión «para volverse el uno contra el otro

Por JULIE PACE y BEN FELLER
The Associated Press

TUCSON, Arizona, EE.UU. — En busca de unificar a una nación conmocionada y dolida, el presidente Barack Obama exhortó el miércoles por la noche a los estadounidenses a no utilizar la matanza del sábado en Arizona como una ocasión «para volverse el uno contra el otro».

Obama dijo que la mejor forma de honrar a los muertos y heridos en el ataque es que cada estadounidense se convierta en una mejor persona.

Y en un momento muy emotivo de su discurso, el mandatario aseguró que la representante federal Gabrielle Giffords, quien recibió un tiro a quemarropa en la cabeza, había abierto los ojos por primera vez, poco después de que Obama la visitó en el hospital.

Luego de ver al pie de su cama a Giffords, Obama señaló: «Gabby abrió los ojos, de modo que puedo decirles que ella sabe que estamos aquí, sabe que la amamos y sabe que estamos con ella durante lo que será sin duda un momento muy difícil».

La primera dama Michelle Obama se tomó de la mano con el marido de Giffords, Mark Kelly, luego que la noticia de que había abierto los ojos provocó una ovación en el estadio universitario donde se realizó la ceremonia para honrar a las víctimas del ataque.

En Tucson, Arizona, la ciudad donde ocurrió el tiroteo, Obama reconoció que no hay forma de saber qué desató el ataque que dejó seis muertos, 13 heridos y una nación conmocionada. En vez de ello, trató de dejar un recuerdo indeleble sobre la gente que fue abatida, y de convocar a la unidad nacional, a fin de que los estadounidenses aprovechen este momento para reflexionar sobre la conducta nacional y la compasión.

«Creo que podemos ser mejores», dijo Obama ante el público que abarrotó el estadio de basquetbol de la Universidad, y ante incontables compatriotas que veían su mensaje por la televisión. «Quienes murieron aquí, quienes salvaron su vida aquí, me ayudan a creer. No seremos capaces de detener toda la perversidad en el mundo, pero sé que sí depende de nosotros definir la forma en que nos tratamos el uno al otro».

El tiroteo ha conmocionado a los estadounidenses y ha desatado un debate nacional sobre el tono incendiario de la retórica de los políticos, el control de armas y el acceso a la atención psiquiátrica. En un momento en que surgieron acusaciones mutuas en Washington, acerca de si esa retórica incidió en el ataque, Obama buscó apaciguar también esos señalamientos.

«Las fuerzas que nos dividen no son tan poderosas como aquéllas que nos unen», aseguró.

Luego de dar una semblanza de cada una de las personas que murieron, el mandatario desafió a todos los que escuchaban a reflexionar cuál sería la mejor forma de honrar su memoria. Y luego dio un consejo.

Instó a refrenar cualquier instinto de culpar a otros o de dar explicaciones ramplonas.

«En un momento en que nuestro discurso se ha polarizado tanto, en un momento en el que estamos demasiado ansiosos por culpar de todo lo que aqueja al mundo a quienes piensan distinto a nosotros, es importante hacer una pausa y cerciorarnos de que hablamos con los otros en una forma que sane, no en una que hiera», dijo el presidente.

El becario Daniel Hernández, quien proporcionó los primeros auxilios a Giffords, fue ovacionado como un héroe en la ceremonia.

Pero Hernández rechazó modestamente el título de héroe, y dijo que éste le corresponde a quienes dedican su vida al servicio público.

Obama figuró entre quienes ovacionaron de pie a Hernández, de 20 años.

El mandatario llegó a Arizona horas antes, donde lo primero que hizo fue visitar en un hospital a la legisladora herida.

Las autoridades creen que Giffords fue el objetivo del ataque. Fue el primer intento de asesinato contra un miembro del Congreso en décadas. Un sospechoso está detenido y las autoridades dicen que actuó solo.

Obama volvió a verse en la necesidad de consolar a una nación. Todos los presidentes de la era reciente han tenido que hacerlo y, a veces, los actos que han realizado han ayudado a definir sus mandatos.

La historia reciente recuerda a George W. Bush haciendo sonar un corno entre los escombros del Centro de Comercio Mundial, demolido por los atentados del 11 de septiembre del 2011; a Bill Clinton después del ataque dinamitero en Oklahoma City en 1995, y a Ronald Regan, cuando respondió al estallido del transbordador espacial Challenger en 1986.

Obama ya había tenido una experiencia de luto nacional, tras el ataque a tiros perpetrado por un militar estadounidense en el puesto del Ejército en Fort Hood, Texas, en el 2009. Trece personas murieron y más de una treintena resultaron heridas.

Entonces, como ahora, Obama enfocó sus comentarios en la forma en que habían vivido las víctimas.

The tea party: movement or moment?

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By Aaron Blake and Chris Cillizza

The tea party has certainly made its mark on the politics. But does it have a future?

It’s a question that political observers have been asking ever since the tea party came along — whether it’s here to stay or is simply a flash in the pan.

Senate Majority Leader Harry Reid (D-Nev.) weighed in on that very question this weekend. During an interview that aired Sunday on NBC’s «Meet the Press,» Reid suggested the tea party is a fleeting sensation.

«The tea party was born because of the economy,» Reid said. «The economy is probably the worst it’s ever been except for maybe the Great Depression. The tea party will disappear as soon as the economy gets better. And the economy’s getting better all the time.»

At least the first half of Reid’s statement isn’t in dispute. Political movements aren’t formed in a vacuum. The struggling economy, combined with a weakened Republican Party and the actions of a Democratic-led Congress, bore what is known today as the tea party.

Just because something is borne from a certain set of circumstance, though, doesn’t mean it disappears when those circumstances do. The two major political parties, in fact, are good examples of that — enduring even as the issues of the day have changed.

But the tea party isn’t a major political party, or even a political party at all. It doesn’t have to stick around for decades to be considered a historically relevant movement.

In fact, the longevity required for historical relevance is relatively short. The populist movement of the 1880s and 90s, McCarthyism in the 1940s and 50s and the anti-war movement of the 1960s and 70s all lasted for a decade (or so) but are still a major part of our collective political history.

The tea party probably needs to last about that long in order to be more than just a footnote in history.

A recovering economy could hasten its demise, but tea partiers will tell you that it’s about more than just the current economy — it’s about debt and government spending, and those are two things that are likely to take much longer to straighten out than the current economy.

The key for the tea party movement will be adjusting its focus accordingly and staying relevant and important to the political process. It is off to a very impactful start, but the jury is still out on the durability of the movement.

Meet the new RGA, same as the old RGA: Three top staffers at the Republican Governors Association are staying on at the committee for the 2012 election cycle.

Finance director Angela Meyers may be the most important retention as she led the fundraising effort that brought in $85 million for the RGA during the last election. Also staying put are MIke Adams, who serves as general counsel and deputy executive director, and communications director Mike Schrimpf.

Phil Cox, a former senior aide to Virginia Gov. Bob McDonnell (R), will serve as executive director of the RGA in the 2012 cycle, replacing Nick Ayers who spent two elections at the helm of the committee.

The RGA has yet to name a political director.

Honold moves on: Bob Honold, who served as incumbent retention director at the National Republican Congressional Committee during the 2010 cycle, is signing out with Revolution Media — a GOP media consulting operation.

Honold will also maintain his own general consulting gig, focused primarily on the Northeast and New York, a state where he spearheaded House GOP’s six-seat gain in 2010. «Bob played a big role in Republican victories in New York this cycle. He’s extremely talented,» said independent political handicapper Stu Rothenberg.

Honold has deep roots in campaign politics. He managed Rep. Rob Wittman‘s (R-Va.) successful special election campaign in 2007 and worked on the U.S. Senate race of New Jersey state Sen. Tom Kean Jr. (R) in 2006. Honold also has worked on Capitol Hill for Rep. Virginia Foxx (R-N.C.) and former Rep. Ginny Brown-Waite (R-Fla.).

Honold joins Matt Leonardo, Evan Kozlow and Mark Dion at Revolution Media. The firm claims Sen. Pat Toomey (Pa.) as well as Reps. Steve Southerland (Fla.) and Nan Hayworth (N.Y.) as its 2010 wins.

Fixbits

Rep. Chris Murphy (D-Conn.) says he may decide on a challenge to Sen. Joe Lieberman (I-Conn.) in the coming weeks.

Sen. Kay Bailey Hutchison‘s (R-Texas) approval rating remains below 50 percent, including at just 56 percent among Republicans, according to a new Blum and Weprin poll for the Dallas Morning News. She seems ripe for a primary challenge.

Gallup shows Mike Huckabee is the most popular potential 2012 GOP presidential candidate, while Sarah Palin is the most well-known.

Former Nevada state GOP Chairwoman Sue Lowden said Friday that she would not run for Senate in 2012 if Rep. Dean Heller (R-Nev.) were to run.

Mitt Romney is on a weeklong trip to the Middle east, during which time he is scheduled to meet with Afghan President Hamid Karzai, Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu and King Abdullah of Jordan.

Freshman Rep. Bill Johnson (R-Ohio) is moving to the middle of his district, which could be beneficial if he is drawn into the same district as neighboring Rep. Bob Gibbs (R-Ohio) before the 2012 election.

There will be no second season of TLC’s «Sarah Palin’s Alaska.»

Former New York Mayor Rudy Giuliani denies a report that he is readying another presidential campaign.

 

By Aaron Blake and Chris Cillizza  | January 10, 2011

For tea party, victories may trigger identity crisis

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Washington Post Staff Writers

 

Rep. Michele Bachmann‘s announcement Wednesday that she will seek a House leadership post broadcast loud and clear that she hopes to secure a prominent place for the emboldened tea party movement in Congress.

But the news also seemed to contradict the definition of the tea party: the outsider, anti-government phenomenon that shook up the Republican Party this year and helped to oust dozens of incumbents across the country. As the founder of the Tea Party Caucus in the House and a favorite of the conservative movement, Bachmann, a two-term Republican from Minnesota, has embraced that outsider image.

As a result, her bid to be the next GOP conference leader – the No. 4 leadership spot – highlights the question of how incoming House members and senators who prevailed Tuesday under the tea party banner will make the transition from outside the Republican Party to inside, from criticizing policy to making it, and from opposing the government to being part of it.

The movement claimed three big wins in the Senate – Rand Paul of Kentucky, Marco Rubio of Florida and Pat Toomey in Pennsylvania – and as many as 60 of the 83 new Republicans, who will enter the House in January. They all have vowed to topple the existing order in Washington to one degree or another, by cutting taxes, repealing the health-care overhaul and shrinking the government.

And in January, they will take their places among the thousands of other government employees in Washington. Not only must this new class of legislators reconcile their new role with their rhetoric, but they must also figure out how to put that rhetoric into action in an institution and a political party that have been the objects of their disdain.

Tea party leaders such as Bachmann could exacerbate that strain by setting up a possible clash between the movement and top GOP leaders in the House. Her bid for conference leader came after House Minority Whip Eric Cantor of Virginia (the likely next majority leader) had endorsed Rep. Jeb Hensarling (R-Tex.) for the job. Hensarling has one of the most conservative voting records in Congress, but he does not have the close association to the tea party that Bachmann does.

Even in the unlikely scenario that Bachmann wins the post – she does not have seniority or a large following among her colleagues – the cajoling and bartering that comes with any party leadership job would seem anathema to the purist, no-compromises ethic of the tea party.

Instead, the tea partiers-elect have continued to talk about what they won’t tolerate. Since his victory, Paul has repeated his opposition to tax increases, federal spending and thousand-page bills.

Rubio campaigned on the always reliable concept that «Washington is broken,» but he hasn’t spelled out in much detail what he intends to do now that he will be in a position to help fix it.

Rep.-elect Tim Scott of coastal South Carolina said he doesn’t think a fight with Republican leaders will be necessary, because he thinks they, too, will be ready to adhere to the limited-government principles of the tea party.

Just-elected Renee Ellmers of North Carolina said she and other tea party members will serve as watchdogs to ensure that the party’s policies adhere to the movement’s priorities.

But while the newcomers will be keeping an eye on the establishment, the tea partiers who elected them will be keeping an eye on them.

A handful of national groups, including FreedomWorks and the Tea Party Patriots, plan to pay close attention to the way the new Congress, and its newest members, vote. Those who don’t follow the principles of limited government and low taxes risk primary challenges in subsequent elections, organizers said.

In the Senate, the tea party’s influence is likely to be more muted. Although all six Republican newcomers there received some measure of backing from tea party groups, two of the movement’s prominent stars – Sharron Angle in Nevada and Christine O’Donnell of Delaware – did not win Tuesday. A third, Joe Miller of Alaska, appeared headed to defeat against write-in candidate and GOP incumbent Lisa Murkowski.

The tension between outsider and insider was evident at Paul’s victory party in Bowling Green. Viewing the scene from the stage at the front of the room, it could have been any GOP gig, in any election year: a dark-suited pol telling dark-suited supporters that he would return to Washington to address «the serious issues that face America.»

In the back of the room, sipping drinks and keeping mostly to themselves, were some of the tea party activists who’d done a lot of the work to elect the new senator. A couple of them wore the «Don’t Tread on Me» T-shirts that are de rigueur at tea party rallies. One arrived in a shirt emblazoned with an American flag. They strained to hear one another above the loud music. They did not fit in. Which was precisely the point.

gardnera@washpost.com fahrenthold@washpost.com

Victories give force to tea party movement

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Washington Post Staff Writers
Wednesday, November 3, 2010; 2:15 AM

Americans cast their ballots Tuesday in House, Senate and statewide races.

 

The tea party celebrated decisive victories on Tuesday night, proving that it has matured from a protest movement into a powerful force for political change.

On Tuesday evening, the movement claimed its first wins in the Senate, as Republican Rand Paul defeated Attorney General Jack Conway (D) in Kentucky and the GOP‘s Marco Rubio claimed Florida. Later in the night, tea-party backed Pat Toomey defeated Rep. Joe Sestak in Pennsylvania.

Sen. Jim Demint (R-SC), who has been a leader of the tea party movement, endorsing candidates and raising money for their campaigns, called the wins part of an «awakening going on in our country.»

The victories, while significant, were offset by some big losses: Senate Majority Leader Harry Reid held onto his seat after a tough Nevada race against Republican Sharron Angle. Democrat Chris Coons grabbed a double-digit win over tea party favorite Christine O’Donnell in Delaware. And in West Virginia, Democrat Joe Manchin beat back a strong challenge from Republican John Raese.

Still tea party candidates and supporters found much to celebrate, calling their wins a mandate for change in Washington.

«We’ve come to take our government back,» Paul said during his victory speech. «The American people are not happy with what’s going on in Washington. Tonight there is a tea party tidal wave, and we’re sending a message to them. It’s a message that I will carry with me on day one. It’s a message of fiscal sanity, a message of limited government and balanced budgets.»

Paul, a tea party activist and son of Rep. Ron Paul (R-Tex.), a former presidential candidate, won a tough Republican primary where he challenged a candidate backed by his party’s top leaders. He excited tea party supporters this summer at his campaign stops, which were feisty affairs heavy on a populist call to arms against what he describes as Washington’s unsustainable spending, crippling debt, career politicians, a «socialist» health-care law and a failure to close the nation’s borders to illegal immigrants.

Rubio, who emerged early on as a marquee tea party-backed candidate, beat incumbent Florida Gov. Charlie Crist, who ran as an independent, and Rep. Kendrick Meek (D). In his acceptance speech, the newly elected senator warned that wins by tea party-backed candidates should not be taken as a sign of support for Republicans.

«The stories are being written about what this election is about,» Rubio said. «We know that a growing number of Republicans will be elected to the Senate. We make a great mistake if we believe that these results are somehow an embrace of the Republican Party. What they are is a second chance.»

In Delaware, O’Donnell blew Republican chances to pick up Vice President Biden‘s former Senate seat. After being endorsed by former Alaska governor Sarah Palin, O’Donnell caught the media spotlight and picked up a surprise primary win over moderate U.S. Rep. Michael N. Castle in that state’s GOP primary. Despite her loss, O’Donnell said the Republican party will never be the same. «And that’s a good thing,» she said. «Our voices were heard. This is just the beginning.»

The tea party effort, which has captured attention with its dramatic, sometimes angry displays of conservative, anti-government fervor, proved its ability to sway Republican primaries in other stunning upsets this year, in Utah, Nevada and Alaska.

Still, uncertainties remain. First is the finding, in a Washington Post canvass conducted last month, that local tea party groups are less organized and politically active than previously thought. Much of the grass-roots organization that swayed primaries was coordinated and financed by large national groups led by Republican insiders, including FreedomWorks, the Tea Party Express and Americans for Prosperity.

Second is the question of how, and whether, such a disconnected army can make a real difference in governing. Polls show that more Americans than not are turned off by the tea party, with many viewing the movement as extreme.

The tea party movement fared better among voters who came out on Tuesday, according to exit polls. Nationally, 40 percent of those who voted Tuesday said they support the tea party, and 23 percent of voters said their vote for the U.S. House was an indication of their support for the tea party movement. Eighteen percent said their Congressional vote was a vote against the tea party. The majority of voters said the tea party was not a factor in their Congressional vote.

U.S. Rep. Chris Van Hollen (D-Md.), chairman of the Democratic Congressional Campaign Committee, said that most voters have «grave reservations» about tea party candidates, some of whom were recruited by Palin, one of the movement’s most visible figures.

«That’s causing great concern to voters from moderate swing districts, because those voters aren’t looking for right wing ideologues. They’re looking for centrist problem-solvers,» Van Hollen said.

Across the country on Tuesday, tea party organizers, in addition to well-funded, national conservative leaders, took a different view. They celebrated their wins and claimed the tea party deserved credit for the increase in the number of conservatives elected to Congress.

Jason Hoyt, the director of the Central Florida Tea Party Council Orlando, said Rubio will be a great senator.

«The tea party movement around the state did a good job by getting behind him, by supporting him early and sending a message to Charlie Crist that we didn’t want his moderate middle-of-the-road wishy-washy politics,» Hoyt said.

Hoyt and his compatriots were figuring out what to do with the big «Mission Accomplished» banner they had made to celebrate former Senate Majority Leader Daniel Webster’s defeat of Rep. Alan Grayson (D). «I guess we were pretty confident,» he said sheepishly.

At Rand Paul’s victory party in the new senator’s adopted home town of Bowling Green, Ky., Fred Barkey, 67, a retired executive, said he thought Paul’s tea party stature would empower Paul to lead efforts to slash welfare and social security spending.

«He’s going to have a lot of influence on the rest of the Republican party, because he’s a national figure,» Barkey said.

Landon Thompson, 58, who was also at Paul’s party, said he and his wife, Barbara, had gone to Washington to protest the health-care overhaul bill and hoped it now would be repealed. Paul’s victory indicated something new, he said.

«For one, I’ll settle in my mind that the Constitution will be looked at seriously… and respected,» Thompson said.

n a haze of cigarette smoke at the Doylestown Moose Lodge in eastern Pennsylvania on Tuesday night, a few tea party supporters and Republicans formed a conga line and belted out the lines of an old Twisted Sister hit. As election returns showed projected wins by Paul and other tea party-supported candidates, the celebrants sang out their opposition to the policies of Democrats and the Obama administration: «We’re not gonna take it anymore!»

The Kitchen Table Patriots, which threw the party, celebrated victories of Republicans Pat Toomey for Senate and Mike Fitzpatrick for the 8th District House seat.

Kathy Posnett, a retired secretary, logged more than 5,500 calls on a phone bank to help make it happen.

«I kept thinking of my daughter,» Posnett said. «I didn’t want her to pay off the stimulus. This is just so awesome. Murphy voted with Pelosi 70 percent of the time. It made me ill. Now he got his.»

 

gardnera@washpost.com thompsonk@washpost.com

Staff writers Darryl Fears in Pennsylvania, David Farenthold in Kentucky, Annie Gowen in Florida, and assistant polling analyst Kyle Dropp contributed to this report.

Claves de las elecciones de 2010 en la Unión Americana

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» ¿Qué son las elecciones de mitad de mandato?

Se llama así a las elecciones que se celebran al cumplirse la mitad del mandato de un presidente y están previstas en esa fecha para medir el estado de la opinión pública y darle la opción de hacer correcciones. Se elige la totalidad de los 435 miembros de la Cámara y una tercera parte de los 100 miembros del Senado, más los escaños que haya que completar por fallecimiento o retirada del anterior ocupante. Este año, en total, se renuevan 37 escaños en el Senado, entre ellos el que dejó vacante Barack Obama. Los miembros de la Cámara tienen un mandato de dos años y los del Senado, de seis.

» ¿Por qué no son iguales los mandatos de todos los congresistas y se celebran las elecciones al mismo tiempo?

El sistema estadounidense diseñó la Cámara de Representantes como una expresión directa e inmediata de la voluntad popular, y por esa razón se renueva con mucha frecuencia. El Senado, en cambio, es una cámara más reflexiva y, por lo general, más institucional y prudente. Su renovación se hace de forma escalonada para preservar esas características. No se puede decir, como ocurre en otros países, que una Cámara sea más importante que la otra; ambas son imprescindibles en el proceso legislativo y tienen el mismo peso.

» ¿Son importantes las elecciones de mitad de mandato?

Son muy importantes, no solo porque modifican la constitución de las Cámaras legislativas, sino porque condicionan enormemente el comportamiento del presidente, que debe ver estas elecciones también como un referéndum de su gestión. Tradicionalmente las gana el partido que no ocupa la presidencia. En los últimos 100 años, todos los presidentes, a excepción de Franklin Roosevelt en 1934 -favorecido por el furor del New Deal– y George W. Bush en 2002 -por el efecto de los atentados del 11-S-, han perdido escaños de su partido en el Congreso. Con el último demócrata en la Casa Blanca, Bill Clinton, su partido perdió en 1994 el control de ambas Cámaras.

» ¿Qué tienen de particular las elecciones de este año?

Este año también existe la posibilidad de que los demócratas pierdan el control de ambas Cámaras, con el agravante de que en el Partido Republicano dominan candidatos muy conservadores que darán lugar a un Congreso más polarizado y hostil contra la Casa Blanca.

» ¿Cuáles han sido los temas más importantes de la campaña electoral?

La gran novedad de esta campaña ha sido el surgimiento del Tea Party, un movimiento de extrema derecha que acusa a Obama de conducir al país hacia el socialismo; pero la mayor preocupación de los ciudadanos y la principal razón de la ventaja de la oposición es la lentitud de la recuperación económica, que mantiene el desempleo en el 9,6%. Además se ha debatido el aumento de las contribuciones al Partido Republicano por parte de las grandes empresas gracias a la reciente sentencia del Tribunal Supremo que eliminaba los límites a esas contribuciones.

» ¿Qué le sucede al presidente si su partido pierde el control del Congreso?

El sistema norteamericano es presidencialista, con clara separación de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo, por lo que el presidente sigue gobernando con los mismos instrumentos. El problema radica en que sus iniciativas legislativas tendrán más dificultades para ser aprobadas por el Congreso, donde además, si ganan los republicanos, las comisiones de control estarán presididas por la oposición, por lo que la fiscalización de la acción de Gobierno será mucho más estricta.

» ¿Una victoria republicana supondría el final de la presidencia de Obama?

Le sería muy difícil aprobar grandes reformas, como la de la salud o la del mercado financiero, pero la presión excesiva del Congreso también puede dar lugar a un bloqueo político del que los ciudadanos acaben culpando a la oposición. Después del 2 de noviembre se abre un nuevo periodo político del que Obama puede incluso verse beneficiado.

» ¿Afectan estas elecciones a la política exterior de Estados Unidos?

Afectan en la medida en la que algunas importantes decisiones en materia internacional, como la ratificación del tratado de desarme con Rusia o de ciertos acuerdos comerciales, están en manos del Congreso. También los presupuestos para la guerra de Afganistán tienen que ser aprobados en el Capitolio. La Administración sigue teniendo plena autoridad para avanzar en otras áreas, como la paz en Oriente Próximo o las relaciones con Irán.

Los ‘ultras’ difunden su mensaje xenófobo pueblo a pueblo

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La caravana Tea Party Express atraviesa EE UU para anunciar la revolución conservadora.

De gira

En este inmenso país, forjado por extranjeros, existe gente que considera que los inmigrantes sin papeles viven mejor que los ciudadanos estadounidenses. «Son ellos [los inmigrantes] los que están protegidos, los que chupan del sistema, a los que se les permite todo y a quienes no se hace preguntas». La discutible opinión proviene de Peggy Chapman, una mujer de más de 60 años que recibe ayuda del plan gubernamental conocido como Medicare. Cuando se le hace notar el sinsentido de su razonamiento se pone a la defensiva: «La prensa siempre tuerce tus palabras». «Además, lo que a mí me paga el Estado es nada comparado con lo que se gasta en esos ilegales».

Pasó el tornado por el vecino Tennessee, pasó la lluvia y salió el sol en Kentucky. No es que las inclemencias meteorológicas hubieran mermado el entusiasmo y la convicción de los seguidores de la caravana de cuatro autobuses del Tea Party Express, que empezó en Reno (Nevada) el 18 de octubre y concluirá en Concord (New Hampshire) el 1 de noviembre, un día antes de los comicios. Más bien al contrario. Este grupo parece crecerse ante las dificultades. Se han puesto una meta y la van a cumplir, diluvie como diluvió en Nashville (Tennessee) el martes o se cuezan al sol como hoy en Paducah (Kentucky).

Las elecciones de mitad de mandato del 2 de noviembre podrían llevar hasta nueve senadores y 20 legisladores afines al Tea Party al Congreso de Estados Unidos. «El objetivo merece la pena el esfuerzo», confirma un anciano que confiesa haber pasado una mala noche en un motel a las afueras de Paducah. «Poco importa dormir mal si logro que se nos devuelva el honor perdido y recuperamos nuestro país», musita el hombre. «¡Ah!», añade el grandullón anciano, «escriba que vamos a acabar con la Administración más corrupta que ha existido en este país».

Esta es una de las fotografías del Tea Party Express. Sus seguidores han adoptado su nombre del motín del té de 1773 contra la metrópoli inglesa -los colonos lanzaron al mar todo un cargamento de té-. Niegan ser racistas, violentos o agitadores del miedo en el que se ha sumido una sociedad golpeada por la peor crisis económica desde los años veinte. Se sienten orgullosos de ser un movimiento «fresco» y «ciudadano», que carece de líderes concretos. El 14% dice querer como aglutinadora del movimiento a la ex senadora y candidata a vicepresidenta de EE UU Sarah Palin; el 7% al demagógico presentador televisivo de extrema derecha Glenn Beck; el 6% al senador de Carolina del Sur, Jim DeMint…. Aseguran que el movimiento se basa en la individualidad y la Constitución de Estados Unidos, libro que agitan a la menor oportunidad, en casi igual medida que defienden sus posiciones con otro texto: la Biblia.

«Si el Gobierno puede prohibirme que fume en un bar, ¿qué hay de malo en que el dueño de ese mismo sitio no quiera servir a afroamericanos?», pregunta Jeff Fincher, 48 años, frondosos bigotes y voz de pocos amigos.

Esto es Kentucky. La capital no oficial del movimiento del Tea Party y hogar de Rand Paul, hijo del libertario Ron Paul, que intentó la nominación republicana a la Casa Blanca en 2008. Rand Paul, aspirante a senador en Washington, abrió una caja de los truenos que se creía cerrada para siempre en este país cuando al inicio de su campaña cuestionó el Acta de Derechos Civiles de 1964, legislación que acabó con la segregación racial en EE UU.

Paul aventaja en las encuestas al demócrata Jack Conway por cinco puntos. Con bastante probabilidad, Paul tendrá una palestra privilegiada a partir de enero, cuando se forme el nuevo Congreso de EE UU, aunque ya hay quien asegura que Paul está bajo control y que rebajará el tono ultra de su mensaje para ajustarse al más convencional Partido Republicano.

«Vamos a recuperar América», vocifera Paul, bajito y blanco, tan blanco que parece que esté asustado. «El próximo martes, una ola de patriotismo va a barrer Washington», arenga a los asistentes al mitin. «¡Eso es!»; «¡a por ellos!»; «¡queremos nuestro país de vuelta!»; «¡recuperemos América!».

Dicen que están armados con sus votos. Pero por si acaso, alguno porta armas, derecho que consideran irrenunciable. Toni Martin, 35 años, lleva una camiseta en la que se lee: «Llevo un arma porque cargar con un policía es muy pesado». «Mi seguridad me la garantizo yo, no el Gobierno». ¿Por qué va armado? «Hoy puedo no necesitar mi pistola pero quiero estar preparado por lo que pueda pasar, quiero que me devuelvan mi país o de otra manera…», finaliza Martin, mientras se lleva insinuante la mano a la cintura, donde asoma una culata.

El Tea Party recorre América luchando contra Obama

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Muestra del merchandising que acompaña a la caravana del Tea Party.- Y. MONGE

Si es miércoles 27, esto es Paducah (Kentucky). Pero el Tea Party Express empezó hace diez días en Reno (Nevada). Ayer tocó Nashville (Tennessee). La audiencia es tan homogénea como las inmensas y frías hamburguesas de queso que se han ofrecido a lo largo del camino en 15 diferentes ciudades y los idénticos aparcamientos donde se han producido los mítines. Quedan otras 12 localidades repartidas entre igual número de Estados hasta culminar la gira el 1 de noviembre -un día antes de las elecciones de mitad de mandato- en Concord (New Hampshire).

Los señores Clemons de Yuma (Arizona); los Myers de El Paso (Tejas); los Haythorn de Nashville. Todos y cada uno de ellos tiene la misma reclamación: Que se les devuelva su país . Todos parecen también tener otro denominador común: están enfadados, muy enfadados. «No soporto más ver cómo un Gobierno socialista me dice lo que tengo que gastar y dónde lo tengo que gastar», explica Nanna Walsh. La edad también los define. La gran mayoría de los devotos del no Gobierno y cero gasto fiscal sobrepasan la cincuentena. «No he llegado a viejo para que la reforma sanitaria de Obama acabe conmigo», declara Tom -«sólo Tom»- en referencia a los llamados ‘paneles de la muerte’ que los seguidores del Tea Party creen que se establecerán con la nueva legislación.

Con el nombre tomado del motín del Té en Boston contra la metrópoli británica que supuso los albores de la revolución americana, el Tea Party Express es una de las muchas expresiones que conforman el denominado Tea Party. Carecen de líder concreto porque se vanaglorian de ser un movimiento de «ciudadanos normales» -«patriotas de los de verdad, americanos de toda la vida (¿?)», dice John Miller-, con ganas de cambiar la faz del corrupto Washington y echar del poder «a tanto político arribista».

«Queremos que nos devuelvan nuestro país» , insiste una casi anciana agitando enfervorecida un ejemplar de la Constitución americana, la biblia del Tea Party. Poco le importa a esta mujer, que se ha ‘acercado’ desde Alabama para sumar su voz y su presencia a la escasa multitud, que diluvie y que esté calada hasta sus frágiles huesos.

Como tampoco fue un impedimento para la caravana patriótica que en Nashville hubiera ayer un aviso de tornado que ya había azotado parte del medioeste y se dirigía peligrosamente a Tennessee.

Desafiando la lluvia, los asistentes pusieron su mano sobre el pecho y tararearon -que no cantaron, es difícil- el himno americano -«sé que llueve, pero les pido que se descubran la cabeza, que se quiten las gorras», dice la mujer que dio voz a las ‘barras y estrellas’.

Ignorando el vendaval hace su aparición en escena sobre el improvisado escenario que ha prestado para la ocasión el restaurante Scoreboard, Lloyd Marcus. «Yo no soy africanoamericano», explica este cantante que se define a sí mismo como un ‘negro conservador». «Yo soy América».

«Dicen que el Tea Party es racista, pero es otro sucio truco de los ‘liberales’ para enfrentarnos», explica Marcus a esta corresponsal. Puede. El caso es que además de Marcus y su esposa, sólo hay otro negro en todo el recinto.

El agua sigue cayendo y la caravana recoge sus banderas. No antes de tiempo, las inclemencias climáticas no les hacen mella. Próxima parada: Paducah (Kentucky).